BERLÍN. Los socialdemócratas alemanes hicieron ayer alarde de robustez, un año después de hundirse en las elecciones generales, y se lanzaron a desvelar "el rostro auténtico" de Angela Merkel, una canciller que, según ellos, sólo funcionó bien mientras les tuvieron como socios de gobierno. En apenas un año de Gobierno de centro-derecha, Merkel ha mostrado al ciudadano "su auténtico rostro", al frente de unas filas "derechistas y sin conciencia social" y erigida en "canciller de los consorcios", afirmó el presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, en el congreso extraordinario de la formación.

"Sólo fue una buena canciller mientras nosotros vigilábamos, ahora su cancillería es exponente del poder de los grupos de presión", siguió Gabriel ante sus 500 delegados, un año después de los comicios del 27 de septiembre de 2009, que dieron la victoria a Merkel y apearon al SPD de su puesto como socio en la gran coalición. La convocatoria invitaba al balance y Gabriel aprovechó para resaltar los porcentajes que le son favorables: el SPD cayó entonces en su mínimo histórico -un 23%-, pero ahora los sondeos lo sitúan en el 30%. Apuntalados en los Verdes, los socialdemócratas están en condiciones de recuperar la cancillería, según las estimaciones del Politbarometer de la televisión pública ZDF. "El SPD está aquí de nuevo", proclamó, para relativizar proyecciones menos alentadoras para su formación, como la del instituto Forsa que apuntaba esta semana a un hipotético empate con los Verdes en 24 puntos, lo que trastocaría el tradicional reparto de papeles entre el socio mayor y el menor.

AUGE EN LOS SONDEOS "Por supuesto nos alegramos del auge que dan algunos sondeos a los Verdes. Pero los sondeos son sondeos, no resultados" dijo, tras recordar que queda un largo trecho hasta las siguientes elecciones -previstas para 2013- y aventurar que para entonces se habrá "normalizado" la correlación de fuerzas, a favor del SPD. Gabriel, en su discurso de una hora larga para un congreso de una jornada y sin margen para el debate -ese cometido queda para el próximo congreso regular, en 2011-, se concentró en insuflar optimismo y suavizar aristas internas.

Se distanció del miembro del SPD que más ha dado que hablar últimamente, ex asesor del Bundesbank, Thilo Sarrazin, autor de un libro de sello islamófobo que encabeza las listas de ventas en Alemania. Abundó, luego, en las deficiencias de la política de integración que actúan de caldo de cultivo a esas peligrosas tesis. Quitó hierro, asimismo, el progresivo rechazo en el SPD a la Agenda 2010 -o programa de recortes sociales implantado por el gobierno de Schröder- y ensalzó, en cambio, como logro de la coalición roji-verde aquello que Merkel echó abajo: el cierre de las centrales atómicas en 2022, retrasado ahora doce años más.