bilbao. Desde las fiestas de Bilbao, los radicales no habían elegido la capital vizcaina para llevar a cabo sus sabotajes. Pero en la noche del pasado sábado, coincidiendo en el tiempo con el adelanto del comunicado de ETA que ayer publicaron Gara y Berria, varios encapuchados volvieron a protagonizar actos de violencia callejera. Y, aunque no hubo que lamentar daños personales, los daños causados fueron considerables.
Varios desconocidos quemaron siete contenedores y el fuego provocado afectó a seis turismos y a un ciclomotor, que quedó calcinado, así como a una fachada de un bloque de viviendas y de un supermercado, cuya fachada resultó ennegrecida. Según informaron fuentes del Departamento vasco de Interior, todos los indicios apuntan a actos de kale borroka.
Los hechos ocurrieron sobre las cuatro de la madrugada en distintas calles del barrio de Rekalde, horas después de que sobre las diez de la noche un grupo de encapuchados rompiesen las lunas de tres sucursales bancarias ubicadas en el Casco Viejo. La quema intencionada de contenedores en Rekalde se produjo en las calles Benito Alberdi, Moncada, Carretera Larraskitu y Doctor Díaz Enparanza. El fuego motivó la intervención de efectivos del cuerpo de Bomberos para sofocarlo. Horas antes, un grupo de encapuchados rompieron con mazas y piedras los cristales de las sucursales que La Caixa, la Caja Rural y el Banco Popular tienen en la calle Sombrerería. Los radicales también cruzaron contenedores en la calle Unamuno.
el precedente de jundiz Este rebrote de la kale borroka en la capital vizcaina se produjo 72 horas después del sabotaje registrado en el Centro Municipal de Empresas de Jundiz, acto que Rodolfo Ares consideró el "más importante de los llevados a cabo por los aprendices de terroristas en muchos meses", tanto por las características del artefacto como por la intención que, según el consejero de Interior, tenían sus autores. Un fallo en el detonador del artefacto casero que colocaron los radicales evitó males mayores, ya que la deflagración únicamente rompió los cristales y ennegreció la fachada del edificio.
Desde que comenzó el verano, los episodios de violencia callejera se han ido repitiendo esporádicamente en diferentes puntos de la geografía vasca, sobre todo, coincidiendo con momentos en los que las localidades afectadas celebraban sus fiestas.