no es lo que se esperaba. Ni lo exigido por la sociedad vasca desde hace tiempo, ni la petición expresa de la izquierda abertzale no emancipada. ETA ha seguido su guión. Se mantiene como vanguardia político-militar repitiendo esquemas pasados ya fracasados. Su llamamiento al Gobierno español a abrir un cauce de diálogo resulta extemporáneo y esclarecedor de que no ha avanzado ni medio metro en sus posiciones. Al contrario, tal posición de protagonista activo echa por tierra los avances de Anoeta y supone una bofetada pública a quienes desde su entorno civil han pretendido remitirla a la reserva.
La nula mención al "cese de actividades" advierte de su interés táctico por salirse del atolladero en el que su movimiento político no controlado le había llevado.
Tenía que contestar, ante la insistencia de los herederos de Batasuna. Se ha resistido y ha callado con gesto de soberbia. Pero, ante la insistencia y las presiones de dentro y de fuera, no ha tenido más remedio que salir a la palestra.
Nadie medianamente sensato se cree su afirmación de que desde hace meses optó por no llevar a efecto acciones ofensivas. Sólo el que asó la manteca es capaz de dar crédito a una afirmación semejante.
Su respuesta es insuficiente, ramplona, falsa y de circunstancia. Como cuando te quieres quitar de encima de un manotazo un moscón que te asedia y no sabes cómo hacerlo desaparecer.
Quienes desde la izquierda aber-tzale tutelada le han pedido que responda a sus expectativas tienen dos opciones: o mostrar su insatisfacción, reclamando un "cese total de hostilidades" con verificación externa, o aplaudir estoicamente la penosa puesta en escena. Habrá actores intermedios que reclamen "aclaraciones" para, según ellos, valorar en su justa medida esta oportunidad desaprovechada hasta la fecha. Y, los más, ante la enésima frustración, volverán a la topera, ocultos, a la espera de nuevos tiempos y nuevas opciones. Siempre fue así.
No hay razones para ser optimista. ETA ha dado una muestra más de su inconsciente desapego a la realidad. Además, su esperada irrupción pública, la ha utilizado para decir a los suyos que, todavía, tiene la sartén por el mango. Mucho me temo que el anuncio de ayer no será el principio de nada. Al contrario, parece un golpe de autoridad que deja al polo soberanista a los pies de los caballos.