bilbao. La semántica está llena de matices y la política, también la manchada por la violencia, exprime las palabras para extraerles un néctar que marca posiciones y delata intenciones. No es lo mismo tregua que alto el fuego. La primera se declara de mutuo acuerdo entre las partes en conflicto y la segunda, unilateralmente por una de ellas.
En esta ocasión, a tenor de las palabras que conforman la declaración de ETA, no se trata de ninguna de las dos. Cesa la violencia -la banda "tomó hace meses la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas"- para dar protagonismo a la política, pero vistiendo con hilvanes el escenario.
El mensaje es relativamente nuevo, adaptado al diferente modelo de proceso de paz, donde la izquierda abertzale histórica camina varios pasos por delante y donde hasta ayer la organización armada se había limitado a no actuar. La inacción había asentado el conflicto vasco en un alto el fuego tácito que se oficializa ahora de forma tibia con la declaración de ETA, a medio camino de todo y, por tanto, lejos del cierre definitivo de la violencia.
El débil acento del comunicado de ayer colma sólo en parte la ansiedad generada los últimos meses por el silencio de la organización armada. Quedan muchas incógnitas y, sobre todo, desconfianzas alimentadas por las treguas y altos el fuego frustrados con anterioridad.
década de los ochenta
Escisión y diálogo en Argel
En 1981, durante los días previos al golpe de estado del 23-F el ministro del Interior de UCD, Juan José Rosón, se reunió en varias ocasiones con Mario Onaindia y Juan Mari Bandrés. A finales de mes, ETA Político Militar declaró un alto el fuego que se convirtió en definitivo en mayo. En febrero de 1982, se produjo la escisión de ETA VIII Asamblea. Los polimilis continuaron negociando con el Gobierno de Adolfo Suárez en ausencia de violencia y el 30 de septiembre de 1982 anunciaron su disolución. Más de un centenar de sus militantes salieron de la cárcel durante los tres años siguientes.
Tras casi dos años de contactos con el Ejecutivo de Felipe González, la organización armada aceptó declarar un alto el fuego de sesenta días en enero de 1988. El segundo cese de actividades de la historia de ETA exploró un nuevo modelo que ha sido repetido en posteriores ocasiones: ceñir el periodo sin violencia a un tiempo muy limitado para obligar al Ejecutivo español de turno a dar un paso en paralelo.
Los socialistas cogieron el guante un mes después y anunciaron la apertura de negociaciones. Sin embargo, el secuestro del empresario Emiliano Revilla reventó el intento. Tras su liberación, en enero de 1989, ETA declaró quince días de "tregua unilateral" dándole otro giro al concepto. El secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, y Eugenio Etxebeste, Antxon, se reunieron días después en Argel. El cese de la violencia se prorrogó hasta el 24 de junio, pero la banda decidió regresar a las armas en abril.
década de los noventa
La declaración de Lizarra
En diciembre de 1991 y en julio de 1992, la organización armada anunció sendos altos el fuego para iniciar "una negociación política con el Gobierno español" justo después de la caída de la dirección en Bidart.
Mientras mantenía secuestrado al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, ETA anunció un cese de la violencia de una semana en junio de 1996 justo un mes después de la llegada al poder de José María Aznar para sondear al nuevo Ejecutivo popular.
Dos años después, el 16 de septiembre de 1998, la banda anuncia por primera vez en su historia un alto el fuego "unilateral e indefinido". Se acaba de firmar la declaración de Lizarra. En mayo de 1999 se iniciaron las negociaciones con el Gobierno del PP y en agosto ETA dijo que el proceso estaba bloqueado y rotos los canales de comunicación. En diciembre, ETA finalizó el cese de la violencia y un mes después volvió a asesinar.
La década de los años 2000
Treguas limitadas y la T-4
El 18 de febrero de 2004 ETA anunció la suspensión de todas sus "acciones armadas" en Catalunya; el 18 de junio de 2005 añadió que también excluía de entre sus potenciales objetivos a los cargos electos de los partidos políticos en España.
El 22 marzo de 2006 declaró el "alto el fuego permanente" que supuso el inicio oficial del último proceso de paz, frustrado tras el atentado de la Terminal 4 de Barajas en diciembre de ese año a pesar de que ETA no anunció su regreso a las armas hasta seis meses después. La banda ha dialogado, por tanto, con los cuatro gobiernos de la democracia.