MADRID.- La visita de Rubalcaba culmina una serie de gestiones discretas enlas que han estado implicados desde el máximo responsable de laPolicía, Francisco Javier Velázquez -que esta semana ha viajado a Rabatpara preparar la visita del ministro-, hasta el Rey -que llamó almonarca marroquí-, pasando por el ministro de Asuntos Exteriores,Miguel Ángel Moratinos.
Éste negó el jueves que lo sucedido en Melilla hubiera supuesto "unconflicto, ni un eventual conflicto, ni una crisis bilateral", mientrasque la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández dela Vega, se felicitaba al día siguiente de que la situación se hubiera"reconducido" gracias a las gestiones diplomáticas.
El Ejecutivo ha apostado por esta fórmula pese a las críticas delPP, que ha acusado al Gobierno de falta de firmeza con Marruecos, deabandonar a su suerte a Melilla y de no defender a los policías allídestinados.
Estas acusaciones han sido formuladas desde la propia ciudadautónoma por el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban GonzálezPons, y por el ex presidente José María Aznar, cuya aparición porsorpresa en Melilla el pasado miércoles supuso el momento de mayortensión entre el Gobierno y la oposición, a pesar de coincidir con lapráctica vuelta a la normalidad de la población.
Y es que el acuerdo entre las asociaciones de comerciantes deMelilla y los activistas pro-marroquíes para no prolongar durante elRamadán el bloqueo en el suministro de alimentos, la retirada de loscarteles vejatorios contra las policías españolas y la entrevista enRabat de Velázquez con sus homólogos marroquíes dejaban adivinar ya esedía el fin de la crisis.
Ésta se había iniciado el pasado 16 de julio, cuando Marruecosdenunció que la Policía española había agredido a cinco jóvenes en lafrontera en un comunicado, al que siguieron otros en los que se llegó ahablar de "peligroso giro racista" y que se sumó a la acusación a laGuardia Civil de haber abandonado frente a sus costas a ochoinmigrantes subsaharianos "en un estado crítico de salud".
El Gobierno defendió la actuación de la Policía y negó la veracidadde las denuncias, pero la tensión fue en aumento cuando un reducidogrupo de activistas se instaló en la "tierra de nadie" que bordea lafrontera y colgó carteles con fotomontajes vejatorios dirigidos a lasmujeres policía españolas.
Esos mismos activistas llegaron a bloquear en dos ocasiones eltransporte de alimentos a Melilla, mientras el PP, los sindicatospoliciales y las asociaciones de guardias civiles acusaban de inacciónal Gobierno y reclamaban una respuesta contundente a Marruecos y unapoyo explícito a las agentes.
Así, el pasado martes González Pons dijo, tras visitar la frontera,que la situación era de "máxima tensión" y Aznar acusó al día siguienteal Gobierno de "dejadez" hacia Melilla, mientras el ministro deFomento, José Blanco, le llamaba "desleal" por visitar la ciudad enesos momentos.
Pero lo cierto es que, mientras el cruce de reproches entre elGobierno y el PP se intensificaba, Melilla recuperaba la calma altiempo que se hacían visibles los resultados de las gestionesdesarrolladas hasta entonces "en la sombra" entre España y de Marruecos.
La más destacada de todas fue la llamada del Rey el pasado día 11 aMohamed VI, con quien mantuvo una conversación durante la que amboscoincidieron en que los "malos entendidos" no deben enturbiar las"excelentes" relaciones entre los dos países.
Con esa misma idea viaja mañana Rubalcaba a Rabat para una cortavisita con un única cita en la agenda: la entrevista con su homólogo,Taieb Cherkaoui, a primera hora de la mañana.
Aunque inicialmente estaba previsto que ambos ministros atendieran alos medios de comunicación conjuntamente tras su encuentro, por motivosde agenda se ha suspendido dicha comparecencia, y será ya por la tardecuando Rubalcaba dé cuenta de su reunión en la sede de la Embajada deEspaña en Rabat.
Además, en un plazo más o menos breve se producirán otros gestos deacercamiento, como la reunión programada para septiembre entreMoratinos y el jefe de la diplomacia marroquí, Taieb Fassi Fihri, y lallegada a Madrid del nuevo embajador de Marruecos.