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El debate se abre al "frente de makos"

LA lucha armada que desarrollamos hoy en día no sirve". Así se expresaban en agosto de 2004 seis históricos miembros de ETA en prisión a través de una carta dirigida a la dirección de la organización con la que abogaban por dejar las armas, al calor de la apuesta de la izquierda abertzale histórica a favor de las vías políticas y democráticas. Iñaki Arakama Mendia -Makario-, el ex número uno Francisco Mujika Garmendia -Pakito-, Iñaki Bilbao Beaskoetxea -Iñaki de Lemona-, Karlos Almorza Arrieta -Pedrito de Andoain-, Kepa S.Arrondo y Koldo Aparicio Benito seguían la estela de otras sonadas disidencias, como la de José Luis Álvarez Santacristina Txelis, uno de los miembros de la cúpula desarticulada en Bidart en 1992 y responsable de la etapa más dura de la banda, de la que fue expulsado en 1998 tras publicar una carta favorable al cese de la violencia.

El goteo se ha intensificado en los últimos meses cuando, nuevamente, los rumores sobre un final dialogado, que han obligado a más de un partido político a posicionarse al respecto, han azuzado también a un colectivo de reclusos con un papel central en la resolución del conflicto. Según las fuentes consultadas por DNA, ya serían 30 los que han suscrito la misiva de contrición que exige el Ministerio del Interior a quienes quieran ser acercados a la CAV. Además, esas mismas informaciones apuntan que, cuanto más tarde ETA en secundar el paso dado por la izquierda ilegalizada, mayor será el goteo de críticas.

Una carta que también ha suscrito La Tigresa, dando lugar al endurecimiento del discurso del PP. Si al trascender los primeros acercamientos respondía dejando entrever cierta disconformidad pero aplicando la aconsejada prudencia en la materia, el caso de Idoia López Riaño ha destapado la caja de los truenos. Con 23 asesinatos y 2.111 años de condena, fue acercada hace un mes desde Granada a Nanclares de la Oca.

desde córdoba al presente Aparte de estos movimientos, fuentes nacionalistas cifran en cerca de un tercio del total a los reos que abogan por la vía posibilista, mientras otro tercio se sitúa en una posición intermedia. El resto proseguiría representando al sector más duro. Una postura que se suma a las decenas de presos que comenzaban a suscribir en 2008 la carta de adhesión al manifiesto de Pakito y Makario. Una iniciativa surgida en la cárcel de Córdoba, mientras los acercamientos y beneficios penitenciarios servían de telón de fondo y permitían testar la temperatura del debate en las cárceles sobre el abandono de la violencia.

En este sentido, el Gobierno español ha visto en la política penitenciaria la llave maestra para superar el conflicto. Acercar o alejar presos, aplicar beneficios penitenciarios a los críticos con la dirección de los activistas, o recurrir a la dispersión con la pretensión de dividir y debilitar un colectivo clave para la organización armada han sido las puertas a las que ha llamado el gabinete de Madrid, independientemente de su color y del grado de crispación de sus declaraciones públicas sobre la banda. El propio Aznar miró a través del cerrojo del acercamiento de presos de cara a abonar el terreno de la negociación en Suiza tras la tregua de 1998. Era su primera legislatura. Acercó casi 200 presos.

Los reos, lejos de constituirse en un mero sujeto pasivo o testigo mudo de las veleidades que afectaban a sus filas, se han situado en las primeras líneas, particularmente en aquellos momentos en los que el diálogo dejaba entreabierto el portón de la excarcelación. Sucedió con Argel y Lizarra, que se saldaron con el amargo broche de la decepción para los reclusos. Ahora vuelven a moverse. También lo hicieron hace seis años, con la carta de esos seis activistas. En ese momento, en noviembre de 2004, la izquierda abertzale histórica hacía pública su apuesta por las vías políticas y democráticas en un velódromo de Anoeta más que concurrido. En 2005, el Congreso español aprobaba una resolución a favor del diálogo con la organización armada, mientras resurgía la esperanza, maltrecha tras el embate que supuso la frustración del Pacto de Lizarra. La sucesión de acontecimientos progresó en lógica armonía, con la declaración de la tregua de ETA en marzo de 2006, y extendió el espectro del debate a los presos.

Sería después, en 2008, cuando Txelis y Kepa Pikabea -ex jefes del aparato político y militar, respectivamente- arremetieran contra ETA, a la que reclamaban que aplicara "las actitudes democráticas que exige a otras fuerzas políticas", en referencia implícita a la suspensión de militancia de los seis críticos que reclamaron que dejara las armas.

Los siguientes en pronunciarse eran Joseba Urrosolo Sistiaga -ex miembro del comando Madrid, condenado recientemente a 119 años de prisión y sin considerar como atenuante su arrepentimiento- y Carmen Gisasola -antigua responsable de los grupos de liberados-, ambos expulsados de la agrupación de presos. Se significaron en tres ocasiones a partir de entonces. La primera, en septiembre de 2008, cuando mostraban su incomprensión por la ruptura de la tregua. La segunda, un año después, mediante una misiva desde la cárcel de Zuera en la que repudiaban cualquier proyecto que no excluya expresa y claramente el empleo de los métodos violentos, al tiempo que aseguraban que su postura la secundaría la "inmensa mayoría" de los reos. La tercera y más reciente, en mayo de este año, llegaba de la mano de una reflexión suscrita por ocho presos -entre ellos, Urrosolo, Gisasola y Pikabea y Rafael Caride- en la que conminaban a abordar la reparación a las víctimas.

En julio de 2009, asimismo, El País aseguraba, citando fuentes policiales, que el abogado Txema Matanzas, en un documento intervenido, se había posicionado a favor de que ETA y la izquierda ilegalizada interiorizaran que el Estado "no va a volver a negociar", por lo que consideraba que "ha llegado la hora de cerrar la persiana". Tres meses después, este medio publicaba la iniciativa Gakoa, distribuida dentro y fuera de las cárceles, y a favor de abrir el debate sobre la continuidad de la lucha armada.

Esas disidencias, en varios casos, se han saldado con expulsiones o bajas voluntarias del EPPK ante una organización que vela por la cohesión del frente de makos, más aún cuando apela a las protestas en las celdas tras denunciar el aumento de la "represión" y los "cacheos indiscriminados". En este sentido, en los últimos meses se han acrecentado los partes de incidencias transmitidos desde Etxerat, que lamenta las trabas puestas a los allegados en sus visitas, a quienes se habrían impedido o dificultando los vis a vis con sus familiares, y a quienes se habría reclamado la documentación y registrado los vehículos.

SALIDAS El destino de la expulsión ha sido deparado a Makario -en Sevilla II- y Pakito -Zuera-, suspendidos de militancia en ETA en julio de 2005 por su incendiaria misiva. Sin embargo, prosiguen en las listas de Etxerat. Una aparente contradicción que podría explicarse teniendo en cuenta que la eliminación de todos los nombres de críticos redundaría en una merma de las listas, con el correspondiente riesgo de transmitir la imagen de fractura. Por su parte, los reclusos cuentan en la asociación con un importante agarre para arroparlos a ellos y a sus familias con la asistencia legal o las ayudas.

Quienes sí han sido borrados de las listas son Urrosolo y Gisasola, que se desvincularon por voluntad propia y en solidaridad con Txelis y Pikabea -los dos últimos también anunciaron su abandono de modo unilateral, pero fueron posteriormente expulsados y borrados de los listados-. Tampoco figuran en la relación de Etxerat Fernando Luis de Astarloa, Josu García Corporales, Luis María Lizarralde Izagirre, Andoni Altza Hernández, José Manuel Fernández de Nanclares y José Antonio Hernández Velasco, que se desvincularon a través de una carta publicada el 29 de enero, si bien jornadas después proseguían en los listados. Su estatus ha cambiado.

BENEFICIOS Esa perspectiva no impide que varios presos hayan solicitado a través de sus familiares, según fuentes consultadas por este periódico, asesoramiento de cara a salir del colectivo, contrario a esa posibilidad y a acogerse a unos beneficios penitenciarios entendidos como el anzuelo del Estado para debilitar sus filas. Sobre las medidas atenuantes, caben destacar los tres días de permiso disfrutados por Txelis, Iñaki Rekarte, Andoni Muñoz y Jorge Uruñuela en la Navidad del pasado año. Además, según publicaba El País, siete presos de Nanclares de la Oca que han condenado la violencia, como Pikabea y Txelis -al margen del colectivo desde 2008-, han logrado la concesión de permisos regulares que les permitirían abandonar la prisión durante un máximo de 36 días al año.

Ese grupo optaría a la prisión atenuada, que se traduce en abandonar sus celdas a diario, con la salvedad de los fines de semana, para trabajar o estudiar. La medida ya habría sido abrazada por Andoni Muñoz de Vivar e Iñaki Rekarte. Los reclusos que gozan de estas medidas se habrían comprometido a indemnizar a las víctimas o sus familiares. Un compromiso asumido por Valentín Lasarte, trasladado desde la prisión de Puerto (Cádiz) a Villabona (Asturias). El preso, artífice de las muertes de Gregorio Ordóñez y Fernando Múgica, entre otros, habría decidido abonar los pagos recurriendo a los ingresos que obtiene por trabajar en el economato de la prisión, según El Mundo.

Unos beneficios como los acercamientos, que encuentran sus precedentes más relevantes en los traslados de Txelis y Pikabea a Logroño tras su expulsión de ETA, y que han seguido históricos como Josu Arkauz Arana, Josu de Mondragón, trasladado desde Pontevedra a Zuera (Zaragoza), y hombre de confianza de Pakito. Este último, ubicado en el mismo penal, podría ser acercado aún más hasta Nanclares de la Oca, siguiendo la trayectoria que ya dibujaron Urrosolo y Gisasola -actualmente en Langraitz, junto a Rafael Caride, y sumando cerca de veintena de presos distanciados de ETA-. Precisamente el penal de Zuera se erige en el principal de los laboratorios de Interior, junto a los centros de Villabona, Langraitz, Logroño y Palencia. En la cárcel zaragozana, se perseguiría que los críticos arrastraran al posibilismo a aquellos adscritos a la línea más dura.

Allegados de los presos, durante una concentración en 2005 frente a una prisión francesa. foto: efe

Varios ex activistas han sido premiados con la prisión atenuada, que les permitirá abandonar las celdas a diario

El Gobierno español, de PP o PSOE, ha recurrido a la dispersión o a los acercamientos para debilitar al colectivo

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Etxerat ha denunciado el aumento de la presión en las cárceles con el cacheo indiscriminado a los familiares