Desde que Xabier Arzalluz encontrara en José María Aznar "un hombre de fiar" ha llovido mucho. Ése encuentro supuso, hace casi tres lustros, el desenquistamiento aislado de una relación que jamás se ha caracterizado por la buena sintonía y que el próximo mes, con el encuentro que protagonizarán Iñigo Urkullu y Mariano Rajoy, completará un nuevo paso en el goteo de contactos que ha acompañado la trayectoria de PNV y PP a lo largo de la historia.

Aún sin fecha, la reunión no tiene visos de obtener resultados concluyentes para ambos bandos, pero resulta significativa, sobre todo, por el escenario político que se respira en España. Con un presidente del Gobierno en el momento más delicado de sus seis años en la Moncloa, los socialistas contemplan el acercamiento de jeltzales y populares con la incertidumbre de ver alejarse el clavo ardiendo al que ansía agarrarse Zapatero para no fracasar en la búsqueda de aliados que le permitan sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado y, por ende, esquivar las crecientes andanadas del PP en pro de un anticipo electoral.

El primer encuentro de Urkullu y el líder de los populares vascos, Antonio Basagoiti, en la sede conservadora sirvió de inmejorable antesala para la estrategia de Rajoy. No obstante, desde este partido prefieren dejar en segundo plano cualquier objetivo partidista a corto plazo y sitúan el encuentro en un intento por normalizar relaciones. Así se expresa el portavoz adjunto del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, quien desde su posición cercana al presidente del partido y su condición de peso pesado en la Ejecutiva vasca, sigue de cerca todo lo que acontece alrededor de los puentes tendidos a la formación con mayor número de simpatizantes en Euskadi. Alonso no considera que la contribución determinante de su partido al desalojo jeltzale del Gobierno Vasco sea un obstáculo insalvable para romper el hielo. Es más, estima que en plena crisis económica y con un Ejecutivo español "agotado", es ahora el momento propicio para que ambas formaciones refuercen su capacidad para "aparcar viejas rencillas". Al echar la vista atrás, el también ex alcalde de Vitoria recuerda que tras los contactos con el PNV en la primera legislatura de Aznar en el Gobierno se desarrolló una etapa de sombras en la relación de ambos partidos basada, sobre todo, en la incorporación jeltzale al Pacto de Lizarra. "Era muy difícil mantener una interlocución política con un partido que había firmado un pacto con ETA", asevera el dirigente alavés. Frente a la de arena, la de cal. El acuerdo de gobierno alcanzado en el Ayuntamiento de Bilbao que Alonso expone como ejemplo del buen entendimiento posible; además, con el actual líder del PP vasco como parte activa de esa sintonía. Y es que el portavoz adjunto en la Cámara baja concede a Basagoiti el mérito de haber sabido "trabajar ese capítulo" para afianzar relaciones con el PNV sin descuidar el acuerdo de bases rubricado al inicio de la legislatura con el PSE y que mantiene a Patxi López en Ajuria Enea. Al igual que Basagoiti, Alonso asegura que el acercamiento con el PNV no afectará en ningún sentido a la alianza trazada con el inquilino de Ajuria Enea.

Las claves del PP no tienen vuelta de hoja. El objetivo a corto-medio plazo pasa por mantener al nacionalismo alejado del poder en Euskadi vía acuerdo con el PSE, mientras que la estrategia en el plano estatal dibuja un Gobierno liderado por Mariano Rajoy y, siempre que su plancha no logre la mayoría absoluta, sin perder de vista los que pudieran ser imprescindibles apoyos nacionalistas. En esta línea, Alonso lanza un mensaje claro a Sabin Etxea para que "sepa que en el nuevo tiempo tendremos un talante abierto" con el PNV.

Los tiempos no han cambiado tanto, a juicio de Xabier Arzalluz, desde que junto a Iñaki Anasagasti acudió a la Moncloa para reunirse con Aznar y sus hombres de confianza Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy. "Necesitaba los votos de catalanes y vascos al igual que los necesitará si no logra mayoría absoluta", expone el ex presidente del Euskadi Buru Batzar.

Los elogios de Arzalluz al que fuera presidente del Gobierno desde 1996 hasta 2004 han quedado enterrados hace tiempo en las hemerotecas. Su recuerdo de aquella fugaz sintonía se limita al apoyo "en una investidura que también hubiera logrado sin nosotros" y que proporcionó contrapartidas económicas para la Administración vasca.

En sus conversaciones con Aznar, el político azkoitiarra descubrió a un dirigente convencido de que la resolución del conflicto vasco debía venir "desde la derecha". "Sondeé hasta dónde estaba dispuesto a llegar, pero en poco tiempo comprobé que no había nada que hacer", rememora Arzalluz. Ahora revela que en aquella época a Aznar "le hacía tilín" la posibilidad de convertirse en un firme candidato a obtener el Nobel de la Paz si resolvía el problema de la violencia terrorista, "pero no se atrevió", apostilla.

De regreso al presente, Arzalluz considera "normal" que Rajoy quiera hablar con los dirigentes jeltzales y le parece "muy bien" que Urkullu acuda a la cita en Génova, aunque matiza que "es una conversación sin muchas perspectivas". Arzalluz no olvida que "Rajoy y Zapatero son los que han muñido toda esta política de desbancar al PNV del Gobierno Vasco liquidando a la izquierda abertzale del Parlamento".

También dirige su mirada a la bancada socialista y advierte a Zapatero de que, "si tiene un mínimo de sentido práctico, tendrá que plantearse a cambio de qué podría lograr el apoyo del PNV; aunque es muy difícil", afirma.