Londres. El Reino Unido acudirá a las urnas el 6 de mayo en las elecciones generales más inciertas desde 1992, cuyo resultado se decidirá entre la continuidad que representa el primer ministro, el laborista Gordon Brown, y el cambio generacional que propone el líder del Partido Conservador, David Cameron.

Si se cumplen los pronósticos de las encuestas sobre intención de voto, que auguran una pelea cerrada en las urnas, las elecciones serán las más disputadas desde que el conservador John Major se impuso hace 18 años contra pronóstico al laborista Neil Kinnock.

Aquellas elecciones prolongaron un periodo conservador en el Gobierno que duró 18 años y que terminó en 1997 con la victoria de Tony Blair, en un cambio generacional que puede repetirse dentro de un mes si Cameron (43 años) consigue convertirse en el primer ministro británico más joven de los últimos 200 años.

La fecha del 6 de mayo estaba cantada desde hace meses, al coincidir con las elecciones locales que se celebrarán en Inglaterra, pero Brown terminó con meses de especulaciones sobre la convocatoria electoral tras cumplir a la disolución oficial del Parlamento por la Reina.

Brown compareció frente al 10 de Downing Street acompañado por su Gobierno al completo y pidió a los 45 millones de británicos que serán convocados a las urnas dentro de un mes que sigan confiando en el Partido Laborista para cimentar la recuperación económica.

Su breve discurso dejó claro que los laboristas jugarán la baza del papel desempeñado por su líder para hacer frente a la peor recesión desde la II Guerra Mundial y del temor a que una victoria de los tories frene la aplicación de los programas de estímulo de la economía actualmente en vigor y ponga en peligro la recuperación.

Brown, convertido en primer ministro en 2007 al suceder a Tony Blair, se enfrenta por primera vez al veredicto de las urnas y su intención es hacerlo desde la imagen de un gestor eficaz y trabajador, lejos de la brillantez y el carisma de su antecesor, pero con el conocimiento de lo que representa ser clase media. El líder laborista afronta la campaña electoral en desventaja en las encuestas sobre intención de voto, que le sitúan a una distancia de entre 4 y 10 puntos de Cameron, lo que da una idea de lo incierto del resultado final y ofrece como escenario político más probable un Parlamento sin una mayoría absoluta, algo que no sucede desde 1974. Brown ha demostrado ser un corredor de fondo, que pudo haber ganado claramente las elecciones si las hubiera convocado en noviembre de 2007 -cuando se planteó la posibilidad y gozaba de una elevada popularidad tras suceder a Blair- y que ha sobrevivido incluso a tres intentos dentro de su partido para derrocarle. Hace menos de un año Cameron le superaba en 20 puntos en la intención de voto, pero sus posibilidades han mejorado paralelas a la recuperación económica. Enfrente tiene a un líder tory que ha logrado devolver a los suyos la convicción en la victoria tras la "depresión" en la que les dejó sumido el Nuevo Laborismo de Blair en la última década.