vitoria. Álava sigue siendo el mayor dolor de cabeza territorial para los gestores del Acuerdo de Bases por el Cambio que abanderan Antonio Basagoiti y Patxi López, y que permite a este último seguir al frente del Gobierno Vasco. La tormenta que azotó este acuerdo cuando el PSE decidió no descabalgar a Xabier Agirre para dejar en manos de sus socios populares la Diputación de Álava no está ni mucho menos superada, y ayer, el presidente del PP en este territorio, Alfonso Alonso, advirtió a los socialistas de que su "tibieza" en el impulso de este cambio y sus incumplimientos de la palabra dada al PP arrojan "una sombra de duda sobre la fortaleza del cambio", en vísperas de la reunión que el lehendakari y Basagoiti mantendrán el próximo miércoles.

Alonso dijo ver con "preocupación" la situación actual y subrayó que "no cumplir con la palabra dada puede debilitar el acuerdo para el cambio", y por lo tanto, advirtió, también incluso "la posición del Gobierno Vasco". El dirigente popular compareció ante la prensa en la sede vitoriana del partido rodeado de sus compañeros en el Congreso y la Diputación foral Rafael Hernando y Ainhoa Domaica para hablar de inmigración. Pero ni siquiera fue necesario que los periodistas le plantearan ni una sola pregunta para que Alonso dejara ver a las claras cómo tiran en Álava las costuras del pacto.

Según explicó, este acuerdo sufre semanalmente varios embates en los que enmarcó como más recientes los movimientos del PNV en su frustrada relación bilateral con el Gobierno Vasco, o los que protagonizan "ETA y sus amigos" buscando unicamente, en su opinión, "subterfugios" para volver a las instituciones; un escenario que, por otra parte, se comprometió a no permitir en la medida de sus posibilidades.

Respecto al PNV, el ex alcalde de Vitoria aseguró que sólo ha pretendido buscar "un hueco" desde el que debilitar al Gobierno y al propio acuerdo por el cambio en un escenario en el que aún "no ha sabido entender" su nuevo papel de partido de la oposición. En este sentido, ya en su papel de diputado, envió un recado a las representaciones de PNV y PSOE en Madrid, acusando a los primeros de ser "la muleta" de José Luis Rodríguez Zapatero, y los "tontos útiles" que le han permitido ir aprobando "los peores presupuestos" de los últimos años.

compromisos incumplidos Pero además de los ataques externos, Alonso también dejó caer fuertes cargas de profundidad contra sus socios socialistas, en los que depositó la responsabilidad de que el PP pueda seguir manteniendo la actual estrategia conjunta. Según subrayó, algunos compromisos adquiridos en el acuerdo por el cambio entre PSE y PP "no se están cumpliendo o se están retrasando", como son los casos de la implantación de la cirugía cardiaca en Álava o la construcción de un tercer hospital en este territorio, o se están ejecutando "con tibieza", en alusión a la política educativa y lingüística del Gobierno Vasco.

Por eso, el ex alcalde de Vitoria concedió que el Ejecutivo ha aprobado hace relativamente poco las Presupuestos vascos, y por eso aún "tiene tiempo de cumplir" lo acordado, pero no dejó de subrayar que su partido va a "apretar" al Gobierno Vasco. "Desde la lealtad", pero "con tenacidad" y llevando al Gabinete López a donde creen que debe llegar por encima de los "cambalches" que pueda querer hacer.

Tras la carga, Alonso quiso tranquilizar a su socio asegurando que el PP "no va a hacer ninguna cosa rara", pero pidió al Gobierno Vasco que, si quiere que su pacto siga vigente, "empiece a acreditar con hechos" lo que sostiene en el papel.

"electoralismo barato" Pero si Álava está siendo el escenario de esta tensión latente, donde el choque está abierto en canal es en Bizkaia, pero esta vez entre PSE y PNV, con el PP desempeñando el papel de árbitro. "Comparecemos ante los medios como consecuencia del lío en el que el PSE y el PNV nos han metido a todos los vizcaínos" por culpa de este enfrentamiento, ejemplo de "electoralismo barato". Así se presentó ayer el presidente del PP de Bizkaia, Antón Damborena, quien afirmó tajante que su partido "no está dispuesto a consentir en ningún caso que por peleas de gallos, campañas electorales personales o de partido" se perjudique a los ciudadanos; y menos cuando aún "quedan muchos meses para la campaña electoral".