pristina. El orgullo con el que los dirigentes de Kosovo celebraron ayer el segundo aniversario de la independencia de la antigua provincia serbia contrasta con el incierto futuro de un territorio plagado por el desempleo, la corrupción y un creciente descontento popular.

En una sesión solemne del Parlamento, el presidente kosovar, Fatmir Sejdiu, puso el acento en la aportación del nuevo Estado a la estabilidad regional y criticó a Serbia por rechazar la soberanía de la que era su provincia. "En los pasados dos años, en los que funcionamos como un país independiente, hemos demostrado al mundo que la independencia de Kosovo ha traído más paz y estabilidad a la región", declaró Sejdiu.

En la sesión participó también el primer ministro, Hashim Thaci, el representante de la Unión Europea (UE) en Kosovo, Pieter Feith, el jefe de la misión civil europea, Yves de Kermabon, y el senador estadounidense George Voinovich.

Sejdiu aseguró que su nación cuenta con unas buenas relaciones de vecindad en toda la región salvo con Serbia, a la que acusó de poner piedras en el camino de la viabilidad del nuevo Estado.

Pese a las arengas oficiales, Kosovo cumple dos años de plena soberanía sin grandes logros que celebrar y sumida en un complicado limbo jurídico en el que sólo ha sido reconocido por 65 de los 192 Estados de la ONU y con una actividad económica muy limitada.

Hasta ahora, Kosovo ha sido reconocido, entre otros, por Estados Unidos, Australia, Japón y 22 de los 27 socios de la UE, mientras que España, China, India, Rusia y Brasil desaprueban su independencia.

Miles de albanokosovares salieron ayer a las principales avenidas de Pristina para celebrar la independencia, en un ambiente festivo pero en el que está latente el descontento de una población a la que la nueva situación no ha traído mejoras reales. La tasa de paro sigue por encima del 40% en un territorio de dos millones de habitantes y una renta per cápita de 1.800 euros anuales. El salario medio es de alrededor de 240 euros por mes.

Además, el hecho de tener la población más joven de Europa hace que cada año entren 30.000 jóvenes a un mercado laboral estancado.

Thaci reconoció que los problemas económicos de un Estado que depende en gran parte de las ayudas internacionales es uno de los grandes desafío para su viabilidad y consolidación. "Nuestros desafíos futuros son el desarrollo y la integración Euroatlántica".