Como la tripulación del Apolo 13, que durante un accidentado viaje al espacio en 1970 pidió auxilio a la base en la Tierra acuñando la ya célebre frase "¡Houston, tenemos un problema!", el lehendakari ha cogido el teléfono rojo para hacer lo propio. Y el fallo en los motores del cohete estadounidense ha sido sustituido por la crisis de confianza y la falta de proyección de su gestión a la sociedad que parece tener el Gabinete del PSE-EE a la luz de los sondeos de opinión.

Las alarmas de Lehendakaritza no saltaron por una lluvia de meteoritos, ni por fallos en la propulsión, simplemente, la última oleada del Euskobarómetro, en la que siete de cada diez vascos aseguraron no tener confianza en el nuevo Ejecutivo de Vitoria, bajaron de la nube a López y a su equipo. Y ya reposados, con los números y las encuestas sobre la mesa, decidieron contraatacar. Parte de la solución, según se interpreta de los últimos pasos dados por el Gobierno Vasco, pasa por evidenciar la sintonía con Madrid, aunque eso pueda interpretarse como seguidismo de los hermanos mayores.

Y éstos parecen haber cogido el guante, ya que, en el último mes, un total de ocho integrantes del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero han visitado Euskadi y se han hecho la instantánea de rigor junto al lehendakari y secretario general de los socialistas vascos. Estas ocho visitas estelares, lejos de calmar a la oposición, han reafirmado sus críticas, ya que todo el arco parlamentario le ha recriminado al lehendakari López su dependencia de Madrid y que haya convertido su Gobierno en una sucursal. Salvo sus socios preferentes del Partido Popular y el representante de Unión, Progreso y Democracia, el resto de formaciones presentes en la Cámara vasca le ha acusado de contemplar desde la ventana de Ajuria Enea los malos números económicos y los cambios de rumbo de Zapatero en esta cuestión, sin saber qué hacer, esperando que la luz para salir del túnel se la enciendan sus compañeros del Partido Socialista, los mismos que acaban de atravesar su semana más negra al frente del La Moncloa precisamente por su política o no política económica.

Es evidente hasta algunos dirigentes socialistas lo han reconocido públicamente, que Rodríguez Zapatero vive su peor momento desde su primer triunfo en las urnas, y ligar la imagen, como parece hacer López, a un político a la baja despierta no pocas dudas. Presencia mediática Pero lo que parece evidente, aunque desde Lakua nieguen que el desembarco de ministerios responda a un intento de apuntalar el liderazgo del lehendakari, es que las continuas visitas de representantes del Gobierno español a Euskadi van ligadas a la nueva estrategia comunicativa de Lehendakaritza. Nueva hoja de ruta que se puso en marcha días antes de la primera visita, la del titular de Justicia, Francisco Caamaño, que se reunió con López el pasado 13 de enero coincidiendo con el fallo del Tribunal Supremo que avaló el diálogo político con Batasuna y cerró el caso Ibarretxe. Y el leit motiv de la nueva guía de comunicación se basa en tener relevancia pública.

Recuperar la presencia mediática que ya tuvo el lehendakari en los primeros meses de su mandato en algunos momentos excesiva y que dejó fotografías como la publicada en la revista Vanity Fair, o la de su toma de posesión en la Casa de Juntas de Gernika, con la que se pretendió simbolizar el cambio que se avecinaba. Y la agenda de López se ha vuelto a llenar de actos en el último mes y su book de fotos echa humo. Sobre el resultado de los encuentros con sus compañeros de filas, como los colores, hay opiniones para todos los gustos. López y su equipo siempre sacan algo positivo de estas citas, como marca el guión. Pero la oposición no ha tardado en dudar de su productividad y de incluirnos dentro del "afán mediático" del lehendakari.

Salvo el ministro de Fomento, que presentó la nueva estación intermodal de Abando, el resto de ministros no ha anunciado nada relevante. Es más, el vicepresidente tercero y responsable de Política Territorial, Manuel Chaves, y la número dos del Ejecutivo español, María Teresa Fernández de la Vega, fueron a lo suyo en Euskadi y no les preocupó dejar en mal lugar a López avanzando un nuevo retraso en la transferencia de las políticas activas de empleo o ignorando la queja del lehendakari con la que pretendió hacer culpable al PNV de una negociación en la que su propio partido en Madrid le coló un gol por la escuadra.