Bilbao. "Un compañero dice que su madre sólo ve a la Ertzaintza cuando él va a casa". Este ejemplo, aportado por un agente de la Policía vasca, muestra cómo este Cuerpo está perdiendo a marchas forzadas buena parte del espíritu con el que nació hace 28 años: el de ser una Policía de proximidad, cercana al ciudadano. "Hay municipios donde no han visto pasar una patrulla en años", asegura otro ertzaina al respecto.
Y es que la escasez de la plantilla, considerada unánimemente como uno de los problemas más acuciantes de la Ertzaintza, está adquiriendo trazas de auténtica sangría precisamente en la unidad que se constituye en su auténtica columna vertebral: la de Seguridad Ciudadana, la más visible por los habitantes la CAV y de la que se nutren el resto de unidades del Cuerpo.
La negativa del Departamento vasco de Interior a afrontar una ampliación del número de agentes -que debería contar con el visto bueno del Ministerio del Interior, encargado de sufragar en buena medida cualquier tipo de incremento- y su apuesta por "reorganizar" la plantilla para acercarse en lo posible a la cifra tope de 8.000 ertzainas -el número real se sitúa actualmente en torno a los 7.640- se asemeja cada vez más a la pescadilla que se muerde la cola. Y es que, según el análisis que realizan los sindicatos de la Policía vasca, todas las medidas que está acometiendo, lejos de solventar este mal endémico, no hacen sino enconarlo.
Pese a las múltiples diferencias que están en su misma naturaleza, el diagnóstico de los sindicatos de la Ertzaintza es unánime. Con matices en el tono y en las argumentaciones aportadas, todos coinciden en señalar que la plantilla está a punto de romperse de tanto estirarse. La solución también es común y pasa invariablemente por un incremento de la plantilla, que sucedería a los que acometieron Juan Mari Atutxa y Javier Balza en sus mandatos (de 7.000 a 7.500 agentes y de éstos a la actual cifra de 8.000, respectivamente).
"Año tras año, la burocracia nos ha ido comiendo y no hemos podido seguir ofreciendo el servicio que prestábamos inicialmente a la ciudadanía porque se nos ha ido quitando de la calle. En los últimos años, el trabajo va a más y nosotros somos cada vez menos", argumentaba el portavoz de CCOO en la Ertzaintza Roberto del Agua.
También en clave retrospectiva, Juanjo Llaguno, portavoz de la central mayoritaria ErNE, señalaba que "la realidad actual difiere mucho de cuando se creó la Ertzaintza en 1982, hay muchas necesidades que entonces no se tuvieron en cuenta porque no existían". Los factores que están contribuyendo al desequilibrio entre el número de ertzainas y el servicio que deben ofrecer son casi innumerables. Llaguno empieza a tirar del hilo y destaca el "importante número de agentes que se dedica a la protección de personas -que ha pasado de 150 a 200 escoltas- y de propiedades privadas como el TAV; la atención a las víctimas de la violencia de género, que es otra realidad que hasta ahora no teníamos; o el personal destinado a las unidades de investigación antiterrorista".
A todo ello añade la "introducción de los sistemas de calidad, que burocratiza en demasía el trabajo de la Ertzaintza y requiere de mucho personal dedicado específicamente a estas tareas", así como el "adelanto de la edad de jubilación, que va a rejuvenecer la plantilla pero que también supone adelantar en cinco años la necesidad de personal".
El representante de ELA en la Er-tzaintza Tomás Rodríguez apunta directamente a los responsables de Interior e incide en su "necesidad de incorporar personal a la nueva estructura que han creado, en muchos casos no operativa". La misma consiste, según explica, en hacer desaparecer comisarías al tiempo que se crean nuevas unidades como la de Administración y Servicios, la Jefatura de División Antiterrorista, y la de Tráfico. Todas ellas caracterizadas por un importante volumen de trabajo administrativo y por multiplicar el número de mandos.
optimizar los recursos Estas aristas, tomadas en su conjunto, desembocan en un problema fundamental: la anemia galopante que sufre la bolsa de agentes adscritos a la Seguridad Ciudadana, de donde se echa mano para cubrir todas las necesidades que surgen. Y esta situación provoca a su vez que el modelo de cercanía con el que nació el Cuerpo se encuentre herido de muerte.
La Consejería de Interior niega la mayor y defiende que, desde el primer momento, ha adoptado medidas para "incrementar la presencia en la calle de agentes al servicio de la ciudadanía". Entre las mismas cita la 22 promoción de la Ertzaintza -que permitirá incorporar 260 agentes el año próximo-, el estudio que está llevando a cabo para externalizar diversas tareas administrativas o el desvío de parte del servicio de escoltas a agentes de seguridad privada.
Sin embargo, y tal y como explicitó en un comunicado hecho público del pasado 9 de enero, la Consejería prioriza "cumplir con la obligación de tener permanentemente 8.000 agentes en activo antes de abordar si es necesario o no ampliar la Ertzaintza, debate al que este Departamento no está cerrado". Por ello, se reafirma en su decisión de "reorganizar el Cuerpo para optimizar los recursos humanos".
Para Eneko Urkijo, del sindicato ESAN, la sobreexplotación de los agentes de Seguridad Ciudadana resulta evidente. Así, señala que la "escasez de patrullas para realizar esta labor" obedece en parte a "la prioridad absoluta que se da a alimentar los ordenadores de la Er-tzaintza para sacar estadísticas en detrimento del trabajo policial que consiste en estar permanentemente por las calles y carreteras de todos los pueblos, aunque esta tarea no quede reflejada en las estadísticas".
Denuncia a su vez que la política de Interior de "unificar comisarías no va a solucionar esta carencia, ya que lo único que consigue, y se ha demostrado con hechos, es que haya una menor presencia policial en los municipios donde desaparece la ubicación física" de la ertzain etxea.
Desde ELA ponen el acento en cómo se están potenciando las jefaturas de división con nuevos cargos y subcargos, personal que, según Tomás Rodríguez, "realiza labores que no son operativas" y que sale, de nuevo, de Seguridad Ciudadana. Al respecto opina que "es legítimo que la Consejería cree una estructura dirigente del volumen que quiera, pero por debajo necesita gente que trabaje. Queremos mantener el actual modelo de servicio, porque si no al final, como en el chiste, va a haber más dirigentes que remeros".
Mayor burocracia El incremento del número de efectivos es un argumento común a todas las centrales. Así, el portavoz de CCOO Roberto del Agua recuerda que en un Consejo de la Ertzaintza "ya dijimos que o cambiamos radicalmente nuestra forma de trabajo y volvemos al pasado, con menos burocracia y mucha más gente en la calle, o tenemos que ampliar la plantilla". Reconoce, eso sí, las dificultades de dicha ampliación, ya que "es una cuestión política en la que hay que cambiar cromos con Madrid". Si la situación, a tenor de los sindicatos, ya estaba complicada antes, "con Ares la cosa no ha cambiado. Anunció que iba a hacer estudios para sacar gente a la calle, pero sólo quiere ganar tiempo". Más prudente se muestra el representante de ErNE Juanjo Llaguno cuando afirma que "estamos esperando a comprobar los resultados de ese estudio y de esa optimización de recursos". Desde CCOO aportan que "sólo se habla de terrorismo, que por desgracia es lo que por ahora nos toca vivir, pero ¿y la ciudadanía?".
Respecto a en cuántos agentes debe concretarse ese incremento, cada sindicato tiene estimaciones que no distan mucho y rondan los 1.000. El más ambicioso, CCOO, aboga por subir hasta los 10.000 para "mantener lo que estamos diciendo a los ciudadanos que hacemos pero que no hacemos". Roberto del Agua lo razona así: "mil patrulleros más, 500 para personal que hace atestados y otros 500 para rellenar las unidades operativas y de investigación".
Desde ErNE cifran en "entre 700 y 1.000 agentes el aumento". ESAN asegura que "la plantilla debería pasar de 8.000 a 9.000 para que sea efectiva ante el aumento de la delincuencia", y ELA apuesta por aumentar un 25% los efectivos dedicados a la Seguridad Ciudadana, lo que también se traduce en mil agentes más.