a alegría del contundente triunfo cosechado ayer por el Baskonia, que empieza a hacernos soñar con la posibilidad de hacer un buen papel en el 'play off', no fue suficiente para ocultar el duro golpe que sufrió ayer el alavesismo con la derrota por 4-0 en Vigo, que deja al 'Glorioso' con pie y medio en Segunda División. Tras varios años viéndole las orejas al lobo, todo apunta a que, esta vez sí, el canino va a tener bocado con el que alimentarse. Los cartuchos de la heroica se han agotado y lo más duro no es que el equipo regrese a la categoría de plata, sino la sensación de que no poder cantar aquel tan repetido "el 'Glorioso' nunca se rinde" sin la sensación de estar engañándose a uno mismo. Se podía descender y, de hecho, es futbolísticamente lo más justo por lo que se ha visto esta temporada, pero hacerlo de esta manera, sin plantar oposición, es un dardo directo al corazón del aficionado, que tiene razones para enfadarse. Ahora solo queda esperar a que el equipo, por lo menos, de una buena imagen en lo que queda de campaña y empezar a planear el regreso a Primera, que es a donde pertenece este club. Las esperanzas recaen ahora en un Baskonia que ha dado pocas alegrías esta campaña, pero que vuelve a ilusionar. Habrá que aferrarse a ese clavo. l