o, no se crean que estoy en el casino jugando a la ruleta. En esta ocasión no son precisas siquiera las dotes adivinatorias de este periodista -nulas, por otra parte- para saber lo que va a pasar. El rojo, el color de las restricciones, volverá a teñir Vitoria el martes -y las medidas serán efectivas desde el miércoles- cuando se verifique que la capital alavesa se encuentra en unos registros de contagios altamente alarmantes. La pregunta es, viendo cómo iba la tendencia en los últimos días, si de verdad hay que esperar hasta esa fecha -otros tres días de libertad por delante, por mucho que sea limitada- para que las restricciones entren en vigor cuando de antemano se sabía que más pronto que tarde la ciudad iba a entrar de nuevo en la dichosa zona roja. Se quedó a unas décimas de la maldita tasa acumulada de 400 contagios en 14 días el jueves y con los del viernes, comunicados ayer, ya se supone que se superó esa barrera. Pero como hasta el martes no se vuelven a colorear los semáforos, pues aquí seguimos de puertas abiertas, con el virus campando a sus anchas y con los vitorianos con libertad casi absoluta para traer y llevar el bicho a lo largo y ancho de Euskadi. O para que quien venga, ya sea ahora o después reserva hotelera mediante, se lo lleve a su casa.