l breakdance será disciplina olímpica en París 2024. Escribe una a la que esto del baile y del ritmo en general le es ajeno. Mi sobrino de dos años baila mejor que yo. Precisamente por eso, siento una gran admiración por mis congéneres capaces de bailar y de hacer de ello un arte; doble mérito en mi opinión, porque la danza requiere condición física, pero también talento y sensibilidad. Pero la decisión del COI es magnífica para una discusión bizantina de sobremesa precovid por la manera en la que la ha presentado. ¿Por qué el breakdance y no el bolo alavés, por ejemplo? Que molaría la leche. Pero el COI ha sido claro: su selección pretende rejuvenecer el público de los Juegos Olímpicos. A la chavalería, al parecer, no le motivan demasiado por ejemplo los 50 kilómetros marcha, prueba fulminada del catálogo de París 2024. Si esta carrera no ejemplifica el citius, altius, fortius, el sacrificio del deportista, pues no sé... Pero el debate no es qué es deporte o no, sino qué genera audiencia, un parámetro que puede resultar por sí solo perverso. El asunto no es si el breakdance debe o no ser olímpico, sino si la audiencia es el fiel de la balanza. Entonces, ¿cuál es el nivel de audiencia que da acceso a una modalidad deportiva a mantenerse o ser considerada olímpica? ¿Reducimos los JJOO al fútbol?