stoy convencido de que mi descubrimiento puede pasar a lo anales de la Historia. Mi sueño es que aparezca en esas revistas tan sesudas, en las que las personas doctas muestran su sabiduría y la comparten con el resto de la Humanidad o, al menos, con aquella parte que aún disfruta y aprende con las publicaciones científicas especializadas. No es para menos, ya que hoy me he dado de bruces con un ejemplar de australopiteco vivito y coleando. Me ha ocurrido justo después de desayunar, ducharme, tratar de disimular todo aquello ajado por el paso de los años y la acumulación de excesos y ponerme cuatro trapos para empezar la jornada. Ha sucedido en el portal, mientras trataba de abrir la puerta que da a la calle y parapetarme para resguardarme del frío. Entonces, accedía al bloque un burruño bajo una gorra al que he saludado como me enseñaron mis padres. “Buenos días”, le he dicho. Su respuesta me ha puesto en alerta, ya que solo he sido capaz de oír un gruñido gutural, que he interpretado como la respuesta cortés de un homínido aún no evolucionado e incapaz de acceder a un rol social y entender la educación como un bien preciado. Tendré que seguir investigando, porque a lo peor, el ejemplar no vive solo, sino en manada.