reo que he perdido la cuenta del número de ministros y ministras que están o han estado bajo la lupa de la Justicia española, mosca ésta por las presuntas irregularidades que jalonan por aquí, por allá y por acullá los años de gestión de semejantes prebostes en el Ejecutivo central. Supongo que con tanta investigación, los jueces encargados de aclarar lo acontecido en directo o en diferido con gente como Dolores de Cospedal, o con el inigualable Jorge Fernández Díaz, cuya clarividencia y piedad católicas no parecen estar ahora al mismo nivel de rigor que sus acciones y decisiones al frente de los aparatos del Estado, deben conocerse al dedillo la obra, vida y milagros de todos y cada uno de los componentes de los diferentes gabinetes que han desempeñado su labor al frente de varios gobiernos del Estado, patria, nación o lo que demonios sea este rincón en el que nos ha tocado vivir por suerte o por desgracia. Me imagino a los magistrados intercambiando chismes de éste o de aquél mientras progresan en la instrucción de cada una de estas causas, chuscas a más no poder. En fin, me consta que la Justicia tiene muchas carencias, pero también que parte de quienes ejercen tan noble desempeño merecen un reconocimiento por su labor en favor de la democracia.