l otro día tocó café filosófico. No diré sesudo, porque tuvo sus momentos, pero a los viejillos de nuestro querido templo del cortado mañanero les tiene un poco mosqueados esta manía que le está entrando a todo el mundo con idealizar el tipo de vida y de sociedad en la que nos encontrábamos antes de marzo. Eso que algunos llaman vieja normalidad, aunque con el adjetivo en este local de perdición hay que tener cuidado porque siempre hay alguno que te contesta rápido que viejo es lo que le cuelga. Nuestro amado escanciador de café y otras sustancias afirmó para abrir el debate que había gilipollas antes del coronavirus, se están multiplicando durante y permanecerán después. Pero sin rebatir la idea, a varios de los venerables les interesaba más señalar el hecho de que parece que antes de marzo íbamos todos juntos de la mano, saltando y brincado por la calle de la Piruleta, celebrando la fiesta de la Palmera Melocotonera de forma constante, repartiendo amor, cuidando del planeta, valorando lo importante de la vida y no el dinero, apreciando a nuestros mayores, confiando en nuestros jóvenes, hablando con nuestros vecinos, acudiendo a nuestras tiendas de barrio... Sin embargo, ellos, aunque varios andan jodidos con la memoria, jurarían que no era así...