o creo que una alianza de los mejores guionistas pudieran tramar el sembrado de minas que ha sido capaz de tejerse a sí misma en su mandato al frente de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso. Ya apuntaba maneras en la campaña electoral que la aupó a la presidencia, con momentos impagables e imborrables como su célebre “un atasco a las tres de la mañana un sábado en Madrid me parece una enseña de Madrid”. Pero los últimos días están siendo un auténtico festival. Y sí, es verdad que le tienen ganas, que su puesto es muy cotizado y que la Villa y Corte política es una jauría, que atizarle a ella es atizarle a su jefe, Pablo Casado, que una buena cortina de humo nunca viene mal y más en estos tiempos... lo que quieras, pero a ese nivel, una política debería de conducirse, al margen de su ideología y sus siglas, con otra responsabilidad y, de paso, no ponérselo tan fácil a sus adversarios -que imagino es lo que pensará alguno en su partido-. El affaire del apartahotel es -por ahora- el último capítulo, quizá el más feo, de una lista que en los últimos días ha incluido el desafortunado acto en Ifema. En otra pirueta, Ayuso ha señalado por este asunto a su socio de gobierno, Ciudadanos -ayer fue cesado un cargo del departamento de Políticas Sociales-. Lo seguro es que este, u otro capítulo, continuará.