Algo así como un lucro cesante de unos 490 millones de euros y 14.000 empleos temporales. Es la factura inicial que pasa la cancelación del Mobile World Congress. Una cancelación derivada de la oleada de renuncias de gigantes del sector tecnológico llevados por el pánico al coronavirus. No entraré en teorías conspiranoicas -empresas como Sony, Cisco e Intel sí han acudido estos días a una feria en Ámsterdam- porque, a efectos prácticos, no sé si ahora importan demasiado. El tema es, como casi siempre, quién paga la ronda. Porque no solo está lo que se va a dejar de ganar sino, por ejemplo, quién se hace cargo de posibles indemnizaciones. Ejemplo: leo que los mayoristas de Mercabarna tienen un serio problema de stock de producto -mucho de él premium, como mariscos por ejemplo- al que ahora deberán intentar dar salida. Pero la madre del cordero será el polígono que forman GSMA -organizadora integrada al tiempo por grandes firmas de telecomunicaciones-, las empresas que no cancelaron -más de 2.000-, los asistentes que compraron entradas -entre 800 y 5.000 euros-, los proveedores contratados para Mobile por GSMA, los trabajadores de esos proveedores, la Fira de Barcelona -el metro del stand costaba unos 1.200 euros- y los propios proveedores de la Fira. Y el reto de que el Mobile regrese en 2021.