Pues la polémica de este cuarto de hora se llama pin parental. El pin parental no tiene que ver con una clave numérica ni con un parque infantil navideño. Tiene más que ver con la clásica escaramuza político-ideológica en dos vertientes: cortina de humo y/o a río revuelto, ganancia de pescadores. El asunto ha degenerado en una espiral de declaraciones públicas que, en el fondo, no hacen sino definir en sí mismo el nivel de la iniciativa. La Constitución dice aquello de que “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” y, por concretar, que “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”. A partir de ahí, no entiendo que Pablo Casado abrace con esa alegría una iniciativa que no solo es del partido que le disputa el espacio, Vox, sino que ni siquiera iba en su programa electoral. Acabó hablando de los niños como “propiedad”... Una iniciativa de Vox, que en su programa electoral hablaba de un “impulso liberalizador” en la Educación. Y ahí está el meollo de verdad, educación pública e “impulso liberalizador” de algunos.