punto de cumplirse dos semanas de la toma total de los talibanes de las posiciones en Afganistán, la retirada militar de Estados Unidos trastoca el tablero de equilibrios estratégicos formados en las dos décadas anteriores. El polvorín en Asia central deja la vía libre a China, Rusia o Pakistán para entablar negociaciones o relaciones estables con el régimen talibán frente a la alianza occidental de Estados Unidos, Reino Unido o la Unión Europea. Entre las potencias proclives a esta cooperación, China se revela como el socio más potente para las relaciones económicas si bien parece descartada la posibilidad de la presencia militar china o las injerencias políticas del régimen de Xi Jinping. La entrada de China en las relaciones con el país afgano supone también una inmejorable oportunidad en la lucha hegemónica que libra China con Estados Unidos participando en la reconstrucción de la posguerra afgana con el impulso de nuevos proyectos intramuros del país. El papel de Rusia parece proyectarse más modesto en la nueva era de los talibanes pese a que la organización es catalogada como terrorista también en Moscú, aunque brinda a los rusos una gran oportunidad para proyectar su poder tras el fracaso norteamericano y ver en Estados Unidos la otra caída sufrida por el Kremlin en los años 80 cuando la URSS también naufragó en el país centroasiático. Pakistán se une al trío de focos regionales que aumentarán su influencia en disposición de entrar en contacto con las nuevas autoridades y además, con mayor entusiasmo. Su larga y permeable frontera con Afganistán facilitó el entrenamiento y refugio de los talibanes durante estas dos décadas dejando una unión hilada por sus fuertes vínculos islámicos y convirtiendo a Pakistán en el aliado más cercano y sin la censura ahora de la UE que llama al apoyo para el éxodo de refugiados del terror y los atentados como el de ayer en las inmediaciones del aeropuerto de Kabul. Un cambio que aviva el tablero internacional y deja un escenario imprevisible en la ecuación entre Rusia y China en un lado y Estados Unidos y la Unión Europea, en el otro. Mientras los segundos sacan a sus tropas y determinan en abandono diplomático de suelo afgano, los primeros ya empiezan a ganar en el caos, China por el futuro comercial y Rusia como eterno vector desestabilizador frente a Estados Unidos.