AS conclusiones del análisis de situación realizado por el órgano de seguimiento de la pandemia covid-19 en Euskadi -LABI- se han materializado en un nuevo plan de gestión, el Bizi Berri IV, que implica la adaptación de medidas útiles a un escenario que se ha transformado. La comparación directa de datos de incidencia, contagios e impacto en el sistema hospitalario solo permite extraer un diagnóstico cercano a la realidad si se hace de modo trasversal. La mera incidencia y capacidad de contagio al alza no constituye ya el baremo único cuando se ha modificado sustancialmente el nivel de gravedad de los efectos del coronavirus a medida que la vacunación ha facilitado reducir los niveles de riesgo en los colectivos anteriormente más castigados. Esto implica un reenfoque del rigor de las restricciones pero no a su banalización. Pero el nuevo escenario conlleva el riesgo de asumir una cronificación de la enfermedad como si esto propiciara reducir la prevención por el mero hecho de que, en este momento y circunstancias, las variantes más extendidas no se acompañen de una mortalidad similar a las primeras olas. Es preciso reflexionar sobre este extremo porque se perciben actitudes que hacen temer un diagnóstico social equivocado. Ciertamente, la protección que aporta la vacunación llevará a la deseada inmunidad comunitaria. Pero no es menos cierto que aún no se ha alcanzado y que la capacidad de mutación de este coronavirus concreto no garantiza que podamos descartar en el futuro cepas más violentas. La propia universalidad de la difusión de la enfermedad facilita esta posibilidad: el coronavirus tiene una presencia global sistemática; la vacunación, no. El nuevo escenario de nuestra actividad, con su movilidad e interacción social, precisa desenvolverse con la máxima seguridad. Esto viene a cuento de la percepción social transmitida por nuestros jóvenes: el horizonte inmediato no puede ser el de prescindir de las medidas de autoprotección y prevención. Sin embargo, los brotes y aumento de la incidencia de la enfermedad entre el colectivo juvenil están directamente relacionados con la renuncia voluntaria de muchos de ellos a practicar estas medidas preventivas. Pero su vacunación se hará al ritmo del suministro de los viales. Mientras tanto, es inconcebible renunciar a prevenir y caer en un bucle de euforia y decepción en función del momento.