La innecesaria repetición electoral irresponsablemente provocada por la incapacidad y el bloqueo político ha devuelto, tal y como se preveía, un escenario tanto o más complicado e incómodo que el surgido de los comicios de abril. Los resultados de ayer en el Estado confirman, así, que estos siete meses transcurridos han sido tiempo perdido de cara a la resolución de los problemas del país, y por tanto de la ciudadanía, cuyo máximo responsable es sin duda Pedro Sánchez. Las urnas han dibujado un panorama en el que los bloques ideológicos se mantienen casi inalterados, sin trasvase de votos entre ambos bandos y marcando de manera nítida sus límites. En este sentido, el peligrosísimo auge de Vox no ha supuesto un incremento de la representación de las derechas, que se mantiene casi en el mismo punto ante la estrepitosa debacle de Ciudadanos. Pero esta realidad no puede ocultar las grandes dificultades que se van a dar de nuevo para conformar un gobierno con garantías de estabilidad y margen de maniobra. Esta complicada situación tiene responsables. En primer lugar, Pedro Sánchez como líder de la fuerza más votada, en abril y también ayer, tanto por su incapacidad de sumar un solo apoyo como por su apuesta por que fuera la ciudadanía quien le resolviera el problema en las urnas, lanzando además confusos mensajes tanto a izquierda como a derecha y con amenazadoras propuestas de mayor dureza contra Catalunya. Pero también el PP es responsable de, conociendo lo que está ocurriendo en Europa, haber naturalizado y alimentado a la ultraderecha por puro tacticismo electoralista, lo que le devuelve ahora la disputa de su propio discurso, radicalizado y alejado además del marco institucional vigente. Frente a estos planteamientos retrógrados, las elecciones han explicitado de manera aún más nítida la realidad plurinacional del Estado, sobre todo en Euskadi, Catalunya, Galicia y Canarias. En la CAV, el triunfo inapelable del PNV -que gana un histórico séptimo escaño- y los cuatro diputados de EH Bildu mientras ni PP ni Ciudadanos ni Vox logran representación alguna supone un espaldarazo a la apuesta por la defensa de la realidad nacional vasca y su autogobierno. Ante este escenario, Sánchez debe asumir su responsabilidad y mirar a esta realidad plurinacional, abierta y dialogante o marcharse.