A las siete de la tarde de hoy se cumplen 30 años del instante en que el secretario para la información del Comité Central del Partido Socialista Unificado (portavoz del gobierno de la República Democrática de Alemania), Günter Schabowski, pronunció las dos palabras que cambiarían su país, Europa y el mundo. Aquel “Ab sofort” (desde ya) con que Schabowski respondió a la pregunta sobre la entrada en vigor de la libertad para viajar del periodista italiano Riccardo Ehrman, advertido horas antes para que le cuestionara sobre esa ley de la RDA, provocó una avalancha de ciudadanos del Este hacia la frontera que dividía Alemania y, en las horas posteriores, haría caer el Muro y con él, ya en diciembre, el régimen comunista que Egon Krenz había heredado de Erich Honecker, obligado a renunciar en octubre. La reunificación de Alemania sería el principio del inesperado fin de los regímenes comunistas del Este de Europa tras el Telón de Acero, ejemplo del triunfo de las ansias de libertad respecto a las dictaduras y de la superioridad del sistema de democracias occidentales y del capitalismo, e impulso definitivo a la ya iniciada construcción europea (el Acta Única se había firmado en febrero de 1986): solo tres años despues de esa caída del schandmauer, el muro de la vergüenza, se eliminaban en 1993 las fronteras entre los estados miembro y se consolidaba el mercado interior con la libre circulación de capitales y servicios; y en 1995 entraba en vigor el Espacio Schengen. Sin embargo, cuando hoy se cumplen tres décadas de aquellas palabras que iniciaron lo que todavía hoy en Alemania se llama “die Wende” (el cambio), la libre circulación de personas en el Espacio Schengen está algo más que en cuestión; el ideal de la Europa unida zozobra con el proceso del brexit, la lejanía de sus sociedades y pueblos con una estructura institucional dependiente de los estados y las cada vez más acusadas resistencias a profundizar en su unión política; las democracias occidentales sobreviven en una evidente crisis de credibilidad en nada ajena a la deriva del capitalismo; las ideologías totalitarias y xenófobas que originaron la conflagración mundial y la posterior división en bloques parecen resurgir y en el mundo se levantan una veintena de muros (EEUU-México, Cisjordania, Sahara, Chipre, Corea...) y se cierran fronteras a los que, como los alemanes del Este en 1989, solo aspiran a una vida más digna.