ebemos entender que esta es una cuestión sensible para todos, y que la debemos afrontar desde el respeto a la realidad lingüística. El avance del euskera tiene que venir desde el convencimiento, no desde la imposición". Es la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, en entrevista publicada este domingo. El periodista de este periódico le acaba de preguntar: "¿Por qué el PSN rechaza que se valore el euskera dónde puntúan el alemán o el francés?". La realidad lingüística es que el número de navarros y navarras que hablan euskera es, con toda probabilidad, como mínimo tres o cuatro veces superior a los que hablan francés, y no menos de quince veces más a los que son capaces de manejarse en alemán. Sin embargo, es esa ínfima minoría la que se ve recompensada en los concursos de acceso a la función pública foral, en detrimento de un número mucho mayor de habitantes de la Comunidad Foral. Una rampante discriminación, impulsada por sindicatos como UGT, CCOO y Afapna, y que sigue siendo aplicada a rajatabla por el gobierno de Chivite, a pesar de los dictámenes en contra del Consejo de Navarra y el Defensor del Pueblo. El PSN prefiere a bomberos, forales, médicos o enfermeras que hablen francés o alemán, antes de que hablen euskera. Algo que, por cierto, ni tan siquiera hizo UPN en casi todos sus años de gobierno. Chivite pide convencimiento y no imposición. Pero impone y no parece dispuesta a dejarse convencer de lo evidente de esa aberración. Incluso se diría que Geroa Bai, socio de los socialistas, haya tirado la toalla en algo que produce ampollas en su propio electorado. El viernes pasado ni aparecía en las prioridades señaladas a este mismo periódico por Uxue Barkos. En la entrevista del domingo, el periodista le pidió a Chivite que dijera una palabra en euskera. Errespetua, eligió; respeto. No será el que ella y su partido demuestran hacia los euskaldunes navarros, ni hacia la realidad lingüística.