ace buen tiempo y me asomo al balcón para pensar en el artículo de mañana porque no sé qué contar, cuando aparece ama sonriente y me pregunta qué tal me va. Le cuento que estoy confundido con la política y me pide que le explique mi desasosiego. Resulta que he venido escuchando toda la polémica generadas en las elecciones a de Madrid, que aunque me importan poco, me afectan en lo que significan la política y los políticos. Le explico la amenaza a D. Iglesias y el debate en que Dña. Monasterio no solo no condena sino que invita al amenazado a pirarse del debate, y que después Dña. Ayuso condena la amenaza pero le recuerda al amenazado que él colabora con los “proetarras” de Bildu, exactamente igual que el alcalde D. Almeida.

Ama dice que esto último le recuerda algunas veces que me echó broncas, como cuando quemamos una palmera en San José y yo protesté porque la semana anterior mi hermano había hecho otra barrabasada y ella se enfadó menos, o que a Piti y Javi, que iban conmigo, no les habían abroncado. Tras recordarme la historia, rememora que dijo que ella se enfadaba por lo que yo había hecho, que no se trataba de comparar con lo que otros hacían o les decían.

Aunque pienso que siempre he sido niño bueno, ama me recuerda otros enfados por barbaridades que hice, tras lo cual hemos vuelto a la bronca madrileña. Ama me dice que, dejando aparte Vox, que son fachas sin más, la actitud de la presidenta y el alcalde madrileños es similar a la que tuve yo o a la que suele tener Bildu, que no es otra que elevar la voz para decir que otros hicieron lo mismo o más y así evitar hablar de lo que cada uno ha hecho, pensado o defendido. Ella, que es muy madrileña, termina diciendo que le da pena pero que esas elecciones son la antidemocracia, porque más que pedir el voto a favor de uno, piden el voto contra el otro. Y le digo que gracias, que me ha hecho el artículo.