e dice un amigo que él no entiende la poesía. Le pregunto si entiende el sabor de las fresas. Dice Antonio Gamoneda que es una equivocación intentar comprender la poesía como se puede comprender el Boletín Oficial del Estado. La poesía la entendemos con los sentidos, es una comprensión que no busca con ansiedad una solución, sino un sentido. Pero, aun así, para poder recibir todo lo que muchos poemas nos dan, necesitamos una preparación, unas lecturas previas.

Esta semana ha muerto un gran poeta, Joan Margarit. Nada más conocer su muerte, releí algunos de sus poemas y busqué sus últimas entrevistas. En una de ellas explica que si algo funciona en la poesía es la verdad y que la verdad es de muy difícil acceso porque "te ha de coger leído". Quizá la poesía no hay que entenderla, pero para sentirla con toda su intensidad y para captar todo su sentido es necesaria, como decía Margarit, una preparación. Y nos invitaba a ir fabricando desde ya "una vejez potente" a través de la lectura, para poder acceder un día sin límites a la poesía. Y es que, en su opinión, la poesía es para el ser humano un consuelo, y, en algunos casos, puede incluso llegar a ser una salvación.

Decía el poeta que la poesía y la música son las principales herramientas de consuelo de las que el ser humano dispone en su soledad, "esa soledad a la que está siempre abocado, aunque disponga de sus seres queridos más próximos, el primer cinturón de los afectos". Y terminaba una de sus entrevistas asegurando que "hacer un poema es mucho más difícil que morirse. Un poema no lo puede hacer todo el mundo. Morirse está al alcance de todos".

Miro a mi alrededor. Intento reflexionar sobre todo lo que nos ha pasado en el último año, en el que nuestra sociedad ha quedado desnuda, con sus defectos y sus virtudes más a la vista que nunca, y pienso que, si alguien me pregunta sobre la utilidad de la poesía, le responderé que justamente ahora, en los tiempos que corren, es más necesaria que nunca.