añana empieza el invierno y la navidad ya empuja la nostalgia que cada año por estas fechas escarcha mi alma. Me preparo emocionalmente poniendo la música que escuchaba con mis aitas y hermanos cuando nos juntábamos para poner el belén y el árbol, y de repente suena Soledades, poema de Lope de Vega cantado por Mocedades, y me paro a escucharla. Empieza con "A mis soledades voy, de mis soledades vengo porque para estar conmigo me bastan mis pensamientos" y me encuentro con mis nostalgias y mi misantropía, mis mejores armas para luchar contra las inquietudes del exterior. Sigue "No sé qué tiene la aldea donde vivo y donde muero, que con venir de mí mismo, no puedo venir más lejos", y confirmo que la mejor aldea para vivir sin miedo, por maldad que haya alrededor, soy yo mismo. Cuando escucho "No estoy ni bien ni mal conmigo, más dice mi entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo", pienso que los que hoy abundan son todo cuerpo sin alma con ansias de tenernos cautivos a los demás. Cuando sigue con "Entiendo lo que me basta, y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio", al tiempo de pensar que tiene mucha razón, me acuerdo de algún vicepresidente. Y cuando termina con "Dicen que antiguamente se fue la verdad al cielo, tal la pusieron los hombres, que desde entonces no ha vuelto", pienso que viene de lejos lo que yo creía novedad. Decido huir cansado de tanto pensar para refugiarme en mis soledades. Subo al camarote, cojo luces y adornos, bajo, pongo el pino con mi amiga y pareja, y mientras sigue sonando la canción, colgamos luces y adornos. Cuando está todo preparado, belencito incluido, salgo al balcón a hablar con aita, ama y mi hermana Rosa, y después de pensar que estos días llamaré a mis hermanos, ahí me quedo, en mis soledades, con el alma emocionada y mi cuerpo echando unas lagrimitas. Eguberri on.