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Tribuna abierta

La piedra angular del desorden mundial: la desigualdad

En la película Odisea 2001 de S. Kubrick las primeras escenas aparecen dos grupos de simios, todavía no han llegado a ser el homo sapiens, que se disputan a base de gritos y gestos hostiles el acceso a un punto de agua, esencial para la vida. En cierto momento uno de ellos descubre un humero y tiene la brillante idea de usarlo como arma de ataque, que resulta mortífera, el resto del grupo huyen despavoridos. De ahí pasamos a ritmo del Danubio azul a la belleza del cosmos y una nave espacial que parece bailar a su ritmo, de la prehistoria a la era moderna espacial. Estamos en el año 2001. Todo parece haber cambiado y dulcificado a ritmo de vals, pero en el trasfondo de la historia nos seguimos entrematando. ¿De donde proviene este violencia?, ¿es intrínseca o es extrínseca?

Dos corrientes de pensamiento han reflexionado sobre esta pregunta. De un lado, Jean J. Rousseau creía que el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe y lo hace agresivo. Según él “el hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado”. Afirmaba que el ser humano es compasivo y solidario, pero las instituciones sociales eran las que generan la desigualdad y el egoísmo que generan los conflictos.

Por otra parte, el filosofo inglés Hobbes mantenía la postura contraria diciendo que el hombre es malo por naturaleza y con su frase mas célebre: “El hombre es un lobo para el hombre” cerraba la discusión. Según Hobbes, en estado natural, las personas buscan su propio interés y tienen tendencia al conflicto. Solo el Estado con sus regulaciones pueden imponer cierto orden en el caos original. Muchas de las ideas de Hobbes se han trasladado a la creación de los estados modernos.

Algunas de las grandes revoluciones que han impactado la política y el desarrollo social, económico y político en los últimos dos siglos fueron sin duda la revolución francesa de 1789 y la rusa en octubre de 1917. Ha habido muchas otras también importantes, pero fueron posteriores y tuvieron como modelo éstas dos.

Las ideas de la ilustración y personajes como Voltaire, Montesquieu y otros filósofos influyeron en el desarrollo de los acontecimientos ya que ponían en cuestión el orden establecido y abogaban por la libertad y la distribución de la riqueza. Pero los otros factores como los grandes privilegios del clero y la nobleza la pobreza, la hambruna y desigualdades entre el pueblo mas llano fueron también determinantes en la rebelión de los sans coulottes que es como les llamaban a los revolucionarios que asaltaron la Bastilla.

En el caso de Rusia, la devastación causada por la primera guerra mundial, el caos social y económico y la hambruna fueron los desencadenantes del éxito de las ideas de Lenin y otros ideólogos entre el campesinado y la clase trabajadora de las ciudades. La caída del imperio ruso fue como un castillo naipes. La guerra civil que siguió por algunos años, aniquilaron a las fuerzas mencheviques, zaristas, liberales y cualquier tipo de oposición a la ideas de Lenin y su dictadura del proletariado.

Todas las revoluciones se ha hecho con la promesa de un mundo mejor, mas justo y por la libración de los oprimidos para crear el paraíso en la tierra.

El Índice de Gini es una medida estadística que se utiliza para saber cuánta desigualdad de ingresos o riqueza que existe en un país (o en cualquier grupo social). Su valor está siempre entre 0 y 1: 0 significa igualdad perfecta, todos ganan exactamente lo mismo y 1 significa desigualdad total, una sola persona tiene todo, y los demás nada.

En un reciente informe de INSEE (Institut national de la statistique et des études économiques) en Francia, afirman que la tasa de pobreza ha aumentado significativamente (15,4% tras 14,4% en 2022) y ha alcanzado su nivel más alto desde 1996. En 2023, 9,8 millones de habitantes de viviendas ordinarias de la Francia metropolitana vivirán por debajo del umbral de pobreza monetaria. El índice de Gini en Francia para los años recientes se sitúa aproximadamente en 0,29 a 0,31 (OCDE y Eurostat).

Desigualdades económicas

En el caso de Rusia parece ser que también hay importantes desigualdades económicas y sociales. Tras la caída de la URSS en 1991, la transición hacia la economía de mercado generó una rápida concentración de riqueza en manos de una élite empresarial, los llamados oligarcas, algunos se exiliaron otros se subyugaron al nuevo poder. Oficialmente la pobreza oficial (2023) es un 9,8% de la población y el Índice de Gini (2021-2022) se situaría alrededor de 0,37 (oficial). Algunos estudios independientes sugieren que la desigualdad real podría ser más alta por ingresos ocultos o no declarados.

Ya es conocido que la desigualdad global es muy elevada entre países y el Índice de Gini global, fue estimado en 2023 a 0,60, sin duda muy alto, lo que significa que a nivel global, el 10% más rico acumula casi el 52% de los ingresos y más del 75% de la riqueza. Y el 50% más pobre de la población mundial apenas concentra entre el 8 y 10% de los ingresos globales.

Europa Occidental es, en su conjunto, uno de los continentes con menor desigualdad de ingresos del mundo, gracias a sus sistemas de protección social y políticas redistributivas. El Índice de Gini para la UE (2023) es estimado en 0,30 (después de impuestos y transferencias). Sin intervención del Estado, sería mucho mayor (por encima de 0,45).

España es uno de los países de la Unión Europea con niveles de desigualdad moderados-altos en comparación con sus vecinos con un Índice de Gini (2023) de 0,33 (tras transferencias sociales), como bien lo atestigua los diferentes informes elaborados por Caritas y otras organizaciones sobre la pobreza en España.

Las políticas actuales de los gobiernos como Argentina, impulsadas por los acontecimientos de las políticas tanto internas como externas del nuevo presidente de los EE.UU. y las ideas que propagan los partidos de extrema derecha en la UE, que abogan por menos Estado, liberación de mercados, menos regulación, expulsión de emigrantes, eliminación de las entidades multinacionales, explotación al máximo de los recursos naturales, el negacionismo del cambio climático originado por las actividades humanas, rearme y aumento de los gastos de defensa, la eliminación del ayuda al desarrollo, el recorte de impuestos a los ricos y algunas otras cosas que me dejo en el tintero, son factores que probablemente contribuirán a aumentar las desigualdades internas y externas. Desigualdades que ayudarán a aumentar los conflictos y guerras, no ya ideológicas, sino de pura supervivencia.

El 2 de noviembre de 1975 asesinaban a Pier Paolo Pasolini, un misterio sin dilucidar. Escritor y cineasta inconformista, incómodo para todos los partidos. En 1973 en su discurso sobre la televisión, decía esto: “La televisión es un instrumento de poder. No es simplemente un medio de información, sino de formación. Su acción es profundamente educativa, o mejor dicho, deformadora. La televisión no se limita a transmitir contenidos: impone un modelo de vida, un estilo, una visión del mundo. Y lo hace con una violencia sin precedentes, porque llega a todos, penetra en todos los hogares, habla a los niños, a los analfabetos, a los pobres.

Y en otro texto, El nuevo fascismo (Il nuovo fascismo, 1974), Pasolini amplía su crítica:

“El verdadero fascismo es el que han creado los medios de comunicación de masas, especialmente la televisión. Ya no impone un dictador, sino un modo de vida. Es un fascismo que se disfraza de libertad y progreso, pero que elimina la diversidad y uniforma las conciencias.”

En reciente articulo de Francesca Bria en La Vanguardia (02-11-2025) describe las estrategias de las compañías tecnológicas y las describe como un golpe de Estado de los tecnoautoritarios. Me pregunto qué diría hoy en día Pasolini sobre el estado actual del domino de la información.

Decía P.P. Pasolini en su poema la Rabbia (1962): “Porque mientras el hombre explote al hombre, mientras la humanidad esté dividida en amos y esclavos, no habrá normalidad ni paz. Esa es la razón de todo el mal de nuestro tiempo... De esta división nacen la tragedia y la muerte”.