Tras el acuerdo firmado por los partidos que sustentan el Gobierno y Elkarrekin Podemos en relación con la revisión fiscal, ésta es ya una realidad en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa tras la aprobación, en Juntas Generales, de las correspondientes Normas Forales.
El recorrido ha sido largo. Los anteproyectos aprobados por los diferentes departamentos de hacienda de las diferentes diputaciones forales, allá por el mes de diciembre del pasado ejercicio, ven la luz casi cinco meses después. Cinco meses que, en la arena política, han dado para mucho ruido.
Cuando se presenta un nuevo texto normativo, suele ser interesante revisar la siempre aclarativa “exposición de motivos” o “preámbulo”, pues es en este apartado, en el que el legislador motiva las medidas adoptadas. Así, la mal llamada reforma fiscal pivota sobre tres grandes retos: el problema de la vivienda y la juventud, el envejecimiento de la población y la transición ecológica.
No voy a entrar en enumerar una por una las medidas adoptadas, lo que sí creo es que no hay duda de que, efectivamente, esos tres bloques son los grandes retos que ahora mismo tenemos encima de la mesa, como sociedad y como país.
Como en innumerables ocasiones, la misma medida es vista por parte de los diferentes partidos que conforman la oposición de forma antagónica: lo que para unos es una merma de ingresos fiscales y beneficia exclusivamente a las clases más altas y a los amigos del capital, para otros resultan medidas confiscatorias propias de estados comunistas. Lo mismo pasa entre sindicatos y la patronal. No cabe duda, pues, que estas posturas de cara y cruz obedecen exclusivamente a intereses electorales propios, de lo contrario, nadie que realice un análisis racional de las medidas podría obtener un resultado tan contradictorio. Pero vayamos por partes:
A ojos de la oposición, dependiendo de su posición ideológica, se trata de una revisión que endurece la política fiscal sobre las empresas dejando de ser competitivas o, por el contrario, que sigue la senda del gobierno de Ayuso, concediendo privilegios a determinados contribuyentes y que lo que se requiere es una reforma fiscal integral.
Los Sindicatos afirman que, el acuerdo alcanzado consolida el injusto sistema fiscal actual, sin ofrecer medidas para hacer frente al trato privilegiado que tienen las empresas. La Patronal, por su parte, en palabras de su presidenta, la describe como “un castigo al mundo empresarial”.
Cada cierto tiempo se genera el mismo ruido fiscal, una vez extinguida la posibilidad de obtener redito electoral, los decibelios vuelven a su nivel normal.
Las medidas ahora adoptadas, que seguramente no son suficientes, ayudan a encauzar los problemas que influyen y preocupan a gran parte de la sociedad, prueba de ello es el apoyo que a las mismas ha dado Elkarrekin Podemos. No apoyarlas o no facilitar su aprobación, alegando una supuestamente necesaria reforma (que no revisión) fiscal, es sin duda un acto de irresponsabilidad. Es compatible promulgar la necesidad de una reforma con apoyar medidas que favorecen a la ciudadanía.
Ningún sistema tributario es ya estrictamente nacional, aspecto que se debe tener en cuenta a la hora de proponer una reforma fiscal.
Euskadi forma parte de una economía globalizada, por lo que la coordinación internacional en el ámbito también tributario es inevitable. En esto también se están haciendo esfuerzos desde las respetivas haciendas forales y gobierno vasco, por ejemplo, fomentando la participación en los órganos de trascendencia tributaria a nivel europeo dentro del Consejo Europa-Ecofin.
Los países deben abstenerse de implementar medidas unilaterales y, menos aún, medidas de escasa reflexión cuyo horizonte no es otro que el rédito electoral. Lo estamos viendo ahora con los aranceles de EEUU. No puede cada agente económico y político proponer las medidas que le vengan en gana y confundir a la ciudadanía, haciendo no sé qué cálculos interesados y sin el rigor que los mismos requieren.
Recientemente he asistido a la conferencia sobre los 147 años del Concierto Económico organizada por el Grupo Noticias. Con conocimiento de causa, tanto Pedro Luis Uriarte, como el actual viceconsejero de hacienda y anterior director de hacienda de Bizkaia, Iñaki Alonso, nos ilustraban sobre las bondades y riesgos del actual Concierto Económico. Convenían, al igual que el resto de las y los ponentes, la magnífica herramienta que es para contribuir al crecimiento económico de nuestro país, garantizando los servicios públicos de calidad a la ciudadanía, pero a su vez, hacían hincapié en lo arriesgado que puede ser un sistema de riesgo puro como el nuestro. Nosotros nos lo “guisamos”, nosotros nos lo “comemos”. El rigor fiscal, por tanto, se hace necesario no solo para obtener ingresos fiscales a través de los impuestos, si no también para contribuir, en la medida de los posible, al crecimiento económico de Euskadi, mediante la implantación de políticas públicas propias. Mismo criterio podríamos aplicar en el caso del Convenio navarro.
Una reforma tributaria, por lo tanto, no puede jugarse al cortoplacismo del beneficio electoral, requiere de amplios consensos, responsabilidad política y debate sosegado. Y mientras tanto, bienvenidas sean las revisiones tributarias que ayuden a aliviar los problemas de la ciudadanía.
Departamento de Políticas Públicas e Historia Económica UPV-EHU