La Formación Profesional en Euskadi está experimentando una profunda transformación, con el objetivo de ofrecer una educación cada vez más personalizada, flexible y adaptada a las necesidades reales tanto del alumnado como del entorno socioeconómico. Este proceso de personalización se está desarrollando desde múltiples frentes y convierte al sistema vasco de FP en un referente innovador en el panorama educativo.

Uno de los pilares fundamentales de este modelo es la amplitud de su oferta formativa. Actualmente, se imparten 23 familias profesionales que abarcan desde áreas técnicas como Fabricación Mecánica o Electricidad y Electrónica, hasta sectores emergentes como Energías Renovables o Servicios Socioculturales. Esta diversidad permite que cada estudiante pueda encontrar un itinerario formativo alineado con sus intereses, capacidades y objetivos profesionales.

Por otro lado, se han tenido en cuenta parámetros socioeducativos específicos para seguir avanzando en la personalización. En función de situaciones particulares, como que un alumno o alumna no haya estado escolarizado previamente en la ESO, o que tenga determinadas necesidades educativas específicas, se han diseñado itinerarios de tres y cuatro cursos. Esta medida permite adaptar el ritmo de aprendizaje y los contenidos a las condiciones reales del alumnado, promoviendo así una educación más inclusiva y equitativa.

La metodología de enseñanza también ha evolucionado para alinearse con este enfoque. Lejos de los métodos tradicionales centrados en la transmisión unidireccional del conocimiento, la FP de Euskadi apuesta por una metodología activa basada en retos. Estos retos no son iguales para todos los centros de FP (aun tratándose del mismo ciclo formativo), sino que se configuran de forma singular en cada centro, teniendo en cuenta tanto el perfil del alumnado como las características del tejido empresarial y productivo de su entorno. De este modo, cada ciclo formativo de cada centro de FP cuenta con un mapa de retos propio, estrechamente vinculado al contexto socioeconómico en el que se imparte. De esta forma, el sistema de FP tiene mas de 2.000 mapas de retos de aprendizaje completamente personalizados.

Otro de los elementos que refuerzan la personalización del itinerario formativo es la posibilidad de que el alumnado elija entre dos modalidades de formación dual: la general y la intensiva. Esta opción permite adaptar la experiencia en la empresa a las necesidades, intereses y madurez profesional de cada estudiante. Mientras que la modalidad general combina el aprendizaje en el centro educativo y en la empresa (608 horas) la intensiva incrementa considerablemente el tiempo de formación en el entorno laboral (aproximadamente 1200 horas), ofreciendo una mayor inmersión en la realidad productiva. Esta flexibilidad no solo favorece una mejor adecuación al perfil del alumnado, sino que también mejora la alineación con los sectores productivos y las oportunidades reales de inserción laboral. Así, el aprendizaje se vuelve más significativo, conectado con la realidad, y mejora tanto la motivación del alumnado como su futura empleabilidad. Este vínculo entre centros educativos y el tejido empresarial se materializa también en la forma en que se seleccionan las empresas donde el alumnado realiza su formación complementaria. La elección no se hace al azar ni de forma genérica, sino que se tiene en cuenta el perfil del alumno o alumna, su especialidad, sus intereses, así como aspectos logísticos como la cercanía del centro de trabajo a su domicilio. Esta atención a los detalles contribuye a que la experiencia de formación en empresa sea más eficaz, cómoda y provechosa.

Además, como parte de esta estrategia de personalización, a partir del próximo curso se incorporarán nuevos módulos optativos en los ciclos formativos. Gracias a ellos, los estudiantes podrán definir su propio itinerario dentro del ciclo en el que están matriculados, eligiendo aquellas especialidades o áreas de conocimiento que más les interesen. Esto les permitirá no solo orientar su aprendizaje hacia sectores específicos con mayor demanda o afinidad, sino también construir un perfil profesional más singular y competitivo.

En resumen, la FP de Euskadi está apostando decididamente por un modelo educativo personalizado, cercano, flexible e innovador. Un modelo que coloca al estudiante en el centro del proceso de aprendizaje y que adapta la formación no solo a las características individuales del alumnado, sino también al entorno social, cultural y económico de cada centro, y a las demandas reales del tejido productivo local. Esta evolución responde a una visión estratégica que entiende la formación profesional como un motor de transformación social y como una herramienta clave para garantizar la igualdad de oportunidades.

Presidente de HETEL (Asociación de Centros de Formación Profesional de Iniciativa Social de Euskadi