Síguenos en redes sociales:

cintillo especial

Carmen Torres Ripa

Huracán en el Cónclave

Está grave, ha mejorado, no puede respirar, el oxigeno… Antes, en una larga agonía, el Santo de Asís, le había dicho al oído: “Es muriendo como se resucita a la vida eterna”. Francisco de Asís, el santo de los pobres, había inspirado durante 11 años al Pontífice. Con su nombre inició el difícil gobierno de la Iglesia, siguiendo su rastro. “Oh Señor, hazme instrumento de tu paz. Donde hay odio, que lleve yo Amor. Dónde haya ofensa, que lleve yo el Perdón. Dónde haya discordia, que lleve to Unión”. Con este lema fue considerado por el Times personaje del año en 2013 y uno de los líderes más importantes del mundo. Si la neumonía no se hubiese apoderado de su cuerpo, hubiera seguido reformando la iglesia, a pesar de su entorno que no le dejó hacer todo lo que hubiera querido. Cuando le pusieron la sotana blanca, desechó los privilegios de su cargo. Nunca vivió en la residencia palaciega del Vaticano. Ocupó una habitación sencilla en la casa de Santa Marta. No quiso ni chófer ni limusina y sustituyó su anillo de oro por uno de plata dorada. También pidió que la cruz que le iban a poner de oro fuese sustituida por una de plata. Este metal, plata, en latín se designa argentum, curiosamente es la raíz del nombre de Francisco, Argentina. Inició su tiempo, como gobernante de la Iglesia, con tres proyectos fundamentales: transparencia en las financias, castigar la pedofilia en la iglesia y una atención especial a los emigrantes.

El representante de Jesús en la tierra ha apagado la luz grande de su presencia. El camarlengo con un martillo de plata ha dado tres golpes en la cabeza del Papa Francisco, en cada golpe ha dicho su nombre, después ha pronunciado las palabras del ritual eclesiástico: Vere Papa mortus est, Verdaderamente el Papa está muerto. El anillo del pescador lo muestra para que certifiquen que es verdadero el escudo, Antiguamente se utilizaba como sello y podía manipularse falsamente. La tradición del anillo viene de un versículo tomado de la Biblia (Marcos, 1:17) cuando Jesús designó a Pedro como pescador de hombres. El Papa, como San Pedro, ha de ser pescador de hombres. Cada Papa puede diseñar su anillo, el Pontífice Francisco escogió una imagen de san Pedro conteniendo dos llaves; una llave representa el poder del cielo y la otra representa la autoridad espiritual del papado en la tierra. Una vez que ha muerto el Papa el anillo se destruye con el mismo martillo de plata, junto con el sello de plomo del escudo que se utilizó. Los trozos se guardan en una bolsa que acompañará al Papa dentro de su féretro.

Hay 115 cardenales con derecho a voto menores de 80 años que decidirán quién será el nuevo Papa. La respiración entrecortada de numerosos cardenales, está acariciando, en este tiempo, el sueño de sentarse en el sillón papal. Es un deseo muy terrenal, carente de espiritualidad. Son humanos y su corazón es humano y sienten la fascinación por el lujo y el boato. Quizás en algún lugar, una cardenal estará rezando para que no lo elijan. Quiere que nadie le vea, pasar como una nube invisible. Ese hombre anónimos puede ser el Papa número 266 de la Iglesia Católica. Un nuevo Pedro que negó a su amigo y lloró tanto que tenía en la cara surcos hundidos desde los ojos, como caminos en la cara, de tanto llorar. La iglesia quiere otro Pedro, un hombre sencillo que niega y llora. Ese hombre existe en este momento, una sorpresa que llegará de un país que desconocemos para ser sucesor de Pedro,

En este instante, cuando el Papa Francisco ya no tose y el aire no llega a sus pulmones, la tormenta se ha desatado, los rayos y truenos que rodean el Vaticano, estallan en los muros romanos.

Los comentaristas eligen, según su imaginación y el rumor, quien será el nuevo Papa. Habrá nombres futuribles, pero el voto de cada cardenal que entra en la urna, será el que esperaba la Iglesia.