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Agurtzane Aguado, in memoriam

Desde su llegada a Uruguay en el año 1956, Agurtzane hizo de la Sociedad de Confraternidad Vasca Euskal Erria su segundo hogar. En Montevideo se reencontró con su padre Román Sabin, un gudari sobre quien había recaído una condena a muerte, a quien hacía dos años que no veía. Inmediatamente se sumó a las actividades de la euskal etxea y en 1960 la encontramos representando el personaje de Katuzain en la maskarada que se representó como parte del recibimiento que la euskal etxea brindó a Jesús M. Leizaola. También fue la responsable de leer la bienvenida al lehendakari zaharra ya que era la única socia joven que hablaba euskara como lengua materna. Durante esta década y como embajador de la cultura vasca en Uruguay, el grupo de danzas de Euskal Erria visitó numerosas localidades de la república y ello le permitió ir adquiriendo un vasto conocimiento de la sociedad de adopción.

Comprometida en la lucha por la recuperación de la libertad de su pueblo, en el año 1970 visitaba a legisladores y miembros del ejecutivo uruguayo a fin de obtener una declaración que salvara la vida a los condenados en el Proceso de Burgos.

En 1984 obtuvo el título de contadora pública de la Universidad de la República y durante las siguientes tres décadas trabajó en una reconocida empresa del medio y posteriormente en un estudio propio.

En 1986 accedió a directiva de Euskal Erria y desde entonces recibió a todos los lehendakaris que visitaron Uruguay. En 1997 se convirtió en la primera mujer presidenta de la euskal etxea, cargo que desempeñó con envidiable entusiasmo hasta mediados del presente año, cuando su estado de salud le impidió seguir ejerciendo su cargo. Sería imposible recordar todas las sesiones, reuniones, actos, conciertos, jaialdis y actividades que Agurtzane organizó a lo largo de casi cuarenta años de trabajo en Euskal Erria de Montevideo. Una cosa es segura: no había evento que no pudiera llevar a cabo con éxito en Uruguay. Todavía la oigo decir, “mutil, eso lo hacemos, ¡ja!”

Agurtzane nos dejó el pasado 13 de octubre dejando un profundo sentimiento de tristeza a quienes la queríamos, pero la satisfacción de haberle hecho saber en vida cuánto apreciábamos sus logros. En julio del pasado año, con motivo de la entrega del premio que la Fundación Cenarrusa, le había conferido, los asociados de la euskal etxea le brindaron un caluroso homenaje en reconocimiento y agradecimiento por cuanto había hecho por Euskal Herria en el transcurso de su vida. Allí estuvieron la delegada del Gobierno Vasco Sara Pagola y el director para la comunidad vasca en el exterior Gorka Álvarez en representación de Eusko Jaurlaritza, así como representantes de centro vascos uruguayos y argentinos. Durante la velada, recibió el homenaje de numerosas personalidades del mundo vasco, entre ellos el del lehendakari ohia Juan Jose Ibarretxe, la parlamentaria Jasone Agirre, el presidente del EBB Andoni Ortuzar, el antiguo director de relaciones con la diáspora Josu Legarreta, el coordinador general de EH Bildu Arnaldo Otegi, el responsable del área de relaciones internacionales del EBB Mikel Burzako y un sinnúmero de miembros de centros vascos de la zona, demostrando así el aprecio que cosechó durante décadas de trabajo.

Podemos resumir su legado recordando las razones que esgrimieron quienes le concedieron el Premio Cenarrusa en 2023 “…por haber destacado en virtud de su integridad en la protección y promoción de la lengua, la identidad, los derechos históricos y la expresión cultural de los vascos en Uruguay. Su carrera en el servicio público ha sido ejemplar, caracterizada por la humildad, honestidad y la ética. Sus logros son impresionantes y destacados. Ha sido reconocida internacionalmente como una respetada servidora pública, y sus esfuerzos para promover la cultura vasca en Uruguay también han sido aclamados. Agur-tzane ejemplifica los valores y el carácter de Pete Cenarrusa. Ambos demostraron su indoblegable compromiso con el buen gobierno, el servicio público y la plena dedicación a las redes globales vascas de la diáspora”.

Hoy nos despedimos de una figura irremplazable en la vida cultural vasca de la diáspora, alguien que, con pasión, dedicación y una energía inagotable, trabajó incansablemente por mantener viva nuestra herencia y transmitirla a las generaciones futuras. Su labor no fue solo la de un gestor cultural, sino la de una auténtica factótum, un pilar en el que se apoyaron innumerables proyectos, eventos y actividades que llevaron la cultura vasca a todos los rincones de la república. Con visión y compromiso, tejió lazos entre nuestra comunidad y la diáspora, fortaleciendo el sentido de pertenencia y orgullo por nuestras raíces. Su legado permanece grabado en la memoria de todos los que tuvimos la fortuna de conocerle y colaborar con ella. Continuará inspirando a futuras generaciones. Su espíritu y su obra seguirán vivos en cada actividad cultural, en cada canto, en cada palabra pronunciada en euskara en Uruguay.

Quiso retornar, pero no pudo ser. Su viaje culminará cuando, de vuelta a su Sopelana natal, descanse en paz junto a sus padres en la tierra que tanto amó.