Acaba de comenzar un nuevo curso sin apenas dejar que el anterior acabara, porque al contrario de lo que ocurre habitualmente, hemos vivido un verano trepidante.

Afortunadamente, hemos podido contemplar uno de los contados acuerdos entre los partidos mayoritarios; el del desbloqueo del Consejo General del Poder Judicial después de cinco largos años.

Así se ha logrado que por primera vez en su historia esté presidido por una mujer, Isabel Perelló, progresista y catalana para disgusto de unos conservadores patrios cada vez más echados al monte.

Además, existe una razonable certeza de que la causa contra Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno español, acabe siendo archivada, eliminando otro de los flancos que las derechas extremas estaban atacando con dureza.

¿Qué hará entonces el PP? ¿Pedirán disculpas? No parece que el PP de ahora esté en esa posición ética y estética. Una pena.

El varapalo siguiente puede ser cuando el TC declare constitucional la controvertida ley de amnistía.

Como se les van cerrando puertas una tras otra, ahora se dedican a ziriquear con la situación en Venezuela, ignorando que las relaciones internacionales corresponden al gobierno, como ha sido habitual en democracia.

El lío montado a cuenta de la excelente gestión realizada por Rodriguez Zapatero y el ministro Albares para salvar al líder de la oposición, Edmundo González, de las garras de Maduro, se ha enturbiado por la falta de lealtad institucional del PP que la ha puesto en peligro.

No contentos con ello, ahora se dedican a presentar propuestas en el Congreso que entorpecen la posición de nuestros intereses comerciales como país, y como consecuencia de nuestras empresas allí.

Siguen sin entender que la labor de Zapatero, su silencio que ellos consideran cómplice con el régimen de Maduro, está encaminada a tender puentes y buscar una solución dialogada y eficaz con el régimen. Algún día se sabrá todo y nuevamente deberán pedir excusas.

Tampoco entiendes que la posición de España está perfectamente coordinada con la de la UE.

Así, el PP se acerca excesivamente a las posiciones antisistema de Vox contaminándose con su extremismo.

Por último, en el espinoso tema de la “financiación singular” pactada entre PSOE y ERC, continúan con su deriva entorpeciendo torpemente la normalización de relaciones entre España y Catalunya.

Todo lo que está haciendo el actual gobierno progresista en estos cinco años, ayuda a ir eliminando poco a poco las tensiones centro-periferia heredadas de nuestra Transición. Es una cuestión de estado.

Pero el problema de PP y Feijóo y, como consecuencia, de nuestro país, es que además tienen una líder radical en su interior, Isabel Díaz Ayuso, que compite en el terreno de Vox moviendo la silla constantemente a Feijóo.

Cada vez que surge un tema, si este dice blanco, inmediatamente sale ella señalando “yo más”, por no hablar de la obsesión enfermiza que tiene con Sánchez.

Mientras escribo estas líneas, se desarrollaba en Madrid, en su parlamento, el debate del “estado de la comunidad”, que comenzó con su anuncio de mayores rebajas de impuestos a los que más tienen y lo hace sin ningún pudor entendiendo que tiene bula para cualquier barbaridad.

Cuando un presidente rebaja los ingresos necesariamente debe rebajar los gastos para que cuadre. ¿Cómo lo hace Ayuso? Descapitalizando todo lo público, sea sanidad, educación o gastos sociales. Esa es la fórmula defendida por ese dúo siniestro, Bannon-Miguel Ángel Rodriguez, con mando en plaza en Ayuso.

Después se permiten el lujo de pontificar sobre la financiación de Catalunya, pidiendo para compensar sus desvaríos más fondos del estado. Qué poca vergüenza tiene.

En esas condiciones, ya desde altos cargos de los populares, dudan de si llamar a Pedro Sánchez a la comisión de investigación del Senado sobre la supuesta financiación ilegal del PSOE, pues le consideran un verdadero miura político. Mientras tanto, Feijóo sigue convirtiéndose en un pobre hombre, en manos de una Ayuso que se parece cada vez más a las hienas africanas. Más dura será su caída.

Si dirigimos la mirada al exterior nos daremos cuenta de que caen chuzos de punta. Siguen las salvajadas en Ucrania y Gaza, Putin y Netanyahu se convierten así en criminales de guerra. En América latina, dictadores como Ortega y Maduro, o elegidos democráticamente delirantes como Milei, hacen sufrir a sus pueblos.

Menos mal que en EE.UU. la ilusión ha vuelto con Kamala Harris. Más aún después de su exitoso debate con un desquiciado Trump que solo recurrió al insulto, las mentiras burdas y la descalificación. Parece que en esto el mundo se puede salvar.

En plena deriva afirmó que los haitianos que emigran a EE.UU. se dedican a comerse a las mascotas, sean perros o gatos. En su último delirio ha afirmado que los emigrantes van a matar a miles de americanos con pedigree. ¿Hasta dónde será capaz de llegar de aquí a noviembre?

Veremos.