El inexplicable dislate futbolístico que propicia que la competición comience sin que el mercado se haya cerrado nos ha dejado ya unas tres primeras jornadas en las que el nuevo Deportivo Alavés, aún a falta de ensamblaje y últimos retoques, ha ofrecido unas sensaciones positivas que se han materializado en cuatro puntos, que, visto lo visto, incluso saben a poco. Estos primeros resultados aportan la tranquilidad que todo proyecto en ciernes requiere –una victoria mañana en Mendizorroza sería maravillosa– y han servido para reafirmar que el trabajo este verano en el Paseo de Cervantes ha sido muy bueno. Aunque será el verde el que dicte sentencia y en fútbol hemos visto de todo, la plantilla que ha confeccionado Sergio Fernández ha desatado la ilusión del alavesismo. Se ha evidenciado que había mucho trabajo adelantado en algunas contrataciones, se han aprovechado oportunidades de mercado de jugadores que deben aportar un salto de calidad –Toni Martínez o Joan Jordán han sido las guindas–, se ha consolidado el proyecto de futuro con varias apuestas de jóvenes prometedores en propiedad y se ha recaudado un buen dinero en ventas que se ha reinvertido. Todo ello con un Luis García Plaza al frente, que es la seña de identidad de este proyecto que ilusiona como nunca.