Con motivo de la victoria de la selección española de fútbol en la Eurocopa se ha desplegado de nuevo, y con gran empalago, el nacionalismo español más rancio y rampante, lo que, de entrada, contrasta con las tradicionales apelaciones a no mezclar política con deporte, que suelen provenir de quienes rechazan con tal argumento las reivindicaciones vascas y que pretenden, en realidad, imponernos símbolos representativos cuya aceptación está lejos de ser mayoritaria en Euzkadi.
Las celebraciones patrioteras (algunas vergonzantes) no han hecho sino airear subyacentes complejos históricos que los éxitos deportivos no pueden tapar, y menos ayudan a empatizar con la causa los excesos mediáticos, poco ecuánimes y respetuosos con un estado plurinacional, que por serlo incluye sensibilidades que no se deben ni orillar ni avasallar, por mucho que la tolerancia (necesaria y bidireccional) haya de permitir la libre expresión de adhesiones.
Con todo, éste es un momento para la reflexión de los partidos abertzales, que, pese a alcanzar hoy una amplísima representación parlamentaria, contemplan cómo la conciencia nacional vasca atraviesa un difícil trance ante la asimilación españolizante que sufrimos por tierra, mar y aire, lo que parece penetrar en determinadas capas de nuestra sociedad.
En el ámbito estrictamente deportivo, el éxito de una Roja plagada de jugadores vascos no hace sino poner en evidencia que no necesitaría mucho más nuestra Selección, la Verde, para mostrar un nivel comparable con las mejores en el plano internacional. Ya lo ha demostrado cada vez que ha saltado al césped, lo que debería producirse con más asiduidad, porque nuestros jóvenes tienen que ver jugar a la Selección Vasca, y todos sus aficionados comprobar que se dan pasos efectivos por su oficialidad internacional.
Los que nos identificamos con la Euskal Selekzioa no vamos a cejar hasta conseguir que pueda competir oficialmente como lo hacen Escocia, Gales o Islas Feroe, territorios no estatales que cuentan con la aquiescencia de los estados de los que forman parte, a diferencia de la intransigente España, donde todavía se preguntan algunos (también entre nosotros) el porqué de que muchos vascos no apoyemos a una selección unitaria y excluyente, pues es la que impide (sus dirigentes) la existencia de la nuestra, y ello pese a ser posible legal y fácticamente, de lo que son ejemplo los casos citados.
Es el momento de apostar por nuestra Selección. Más allá de las proclamas de políticos y federativos que no predican con el ejemplo. Hace falta mayor convicción, más trabajo, más persistencia, menos complejos, avivar la llama verde desde la dedicación incansable. ¿Cómo? Sin ir más lejos y en el corto plazo: dotando a través de la próxima ley presupuestaria vasca de recursos materiales y jurídicos al objetivo de la oficialidad, con la creación de un ente que trabaje en el día a día por ese fin ante todos los organismos concernidos, y que reúna con carácter estable en un foro a los agentes implicados, además de organizar eventos de relevancia donde participen nuestras selecciones y deportistas. Viene ya esa oportunidad, que es, además, cumplimiento programático, como ha de venir, más adelante, la necesidad de poner en primera línea la oficialidad internacional deportiva en la negociación del nuevo estatus político, con las adaptaciones legislativas que sean precisas.
La positiva modificación conseguida en la ley española del deporte debe corresponderse con hechos y con avances palpables. En el ámbito vasco han de aprovecharse los instrumentos competenciales de los que disponemos, y la ley autonómica es un ejemplo de que se podría avanzar bastante más.
No hay excusas hoy para recuperar y potenciar un objetivo de país, que evite la frustración que para una gran parte de la sociedad vasca supone no verse representada en las principales competiciones deportivas internacionales. Es un derecho democrático y es una obligación ante la que no podemos ponernos más tiempo de perfil. La luz roja, ahora encendida, tiene que dar paso a la luz verde.
Miembro de Betiko Lagunak Herritar Elkartea