En los últimos años, se ha iniciado en Europa y, por tanto, en Euskadi, un proceso de transición con vistas a eliminar el tradicional modelo de producción y consumo basado en la economía lineal –extraer, producir, desperdiciar–, para avanzar hacia una circular, que implica reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido.
Ahora bien, el punto de partida es que generamos muchísimos residuos, y a pesar de que en los últimos años se ha avanzado en los porcentajes de recogida selectiva de los residuos urbanos, la generación de residuos no deja de crecer.
En la medida en que durante unas cuantas décadas ha existido una mentalidad de que había que desembarazarse de la basura lo más fácilmente posible, y ello ha consistido en el vertido, se ha convertido el reciclaje en un fin en sí mismo –el pasado 17 de mayo se celebró el Día Mundial del Reciclaje–, sin implementar las 80 o más medidas reales de reutilización y reducción. Por otra parte, aparecen encuestas por aquí y por allá, que reflejan que en un porcentaje muy amplio de la ciudadanía existe una gran concienciación en la necesidad de realizar una gestión sostenible de los residuos. ¿Es así? En mi opinión, en un porcentaje amplio, los residuos y la basura en general no importan a la ciudadanía hasta que no afecta al bolsillo. Si preguntas a cualquier persona que tenga un móvil, cuánto paga de factura por él al mes, seguro que lo sabe. Con ello, no quiero decir que la concienciación de la ciudadanía no haya aumentado en los últimos años. Si la pregunta es si esta concienciación es mejor que hace años, la respuesta es sí. Si la pregunta es si existe una gran concienciación, la respuesta es no. En parte, es una cuestión generacional, pero sólo en parte. Aquí también hay un problema con la perversión del lenguaje. Ningún ciudadano recicla. Las y los ciudadanos separamos los residuos. Detrás aparece un largo y caro proceso que culmina con el reciclado de estos residuos. Sin embargo, esta realidad en muchas ocasiones se oculta a las y los ciudadanos lo que les hace ignorar la complejidad del proceso y las necesidades de colaboración que hay para que el sistema funcione. En este sentido, cabe señalar que en algunos estudios y encuestas sale a relucir la preocupación que existe en muchos consumidores si los materiales reciclados se están procesando adecuadamente.
Hay que decir que una persona concienciada, imprescindible para estos retos de alcanzar una gestión sostenible de los residuos, donde la misma jerarquía comunitaria de gestión de residuos, y, por tanto, la de aquí sitúa como preferenciales y en este orden, la reducción, la reutilización y el reciclaje, debe ser previamente informada. Es fundamental que esa información sea suficientemente clara y concisa para hacer del ciudadano y ciudadana un cómplice implicado, convencido en la necesidad de ser un sujeto activo en la consecución de los objetivos marcados. Y eso es tarea de todos y todas, administraciones, empresas, asociaciones ecologistas o de otro tipo.
Nunca será tan importante incidir más y más en la necesidad de una información completa sobre los impactos del ciclo de vida de los bienes, para que los consumidores puedan adoptar conductas sostenibles consistentes.
En cuanto a los retos más importantes en materia de gestión de los residuos, considero que en primer lugar hay que situar a la prevención de residuos, que se le ha calificado como la hermana pobre en la gestión de residuos, a pesar de que ocupe el primer lugar en la jerarquía europea de gestión residuos. Actualmente, según la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que emana de la legislación europea y que obliga a las comunidades autónomas, con la finalidad de romper el vínculo entre el crecimiento económico y los impactos sobre la salud humana y el medio ambiente asociados a la generación de residuos, desarrolla unas políticas de prevención de residuos que deben encaminarse a lograr un objetivo de reducción en peso de los residuos generados, de un 13% en 2025 respecto a los generados en el año 2010 y un 15% en el año 2030, respecto a lo generado en el año 2010. En este sentido, es una cosa positiva. Ahora bien, hay un trabajo importante que hacer y es la concienciación y sensibilización de la población hacia el problema que supone la excesiva generación de residuos.
Nos estamos aproximando de forma acelerada a los limites planetarios, y esto implica que no queda otro remedio que reducir drásticamente el consumo y es fundamental preparar y educar a la sociedad en que hay que cambiar el modelo y no se puede seguir con el crecimiento ilimitado en un Planeta con recursos finitos.
Una cuestión importante en los residuos urbanos es la llamada fracción orgánica (restos de comida), que supone de un 40 a un 50% de la bolsa de basura, y que con el contenedor marrón se recoge, pero todavía en cantidades bastante pequeñas, y donde además la recogida selectiva de la materia orgánica iría bastante mejor si se impulsara el compostaje comunitario, cuestión que se puede hacer en las zonas rurales, pero también en muchos municipios de zonas urbanas.
También, y en lo relativo a envases, se tiene que implementar el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), que mejoraría de forma muy significativa la recogida y el reciclaje de los envases de bebida plásticos. Actualmente está implantado en doce países de la UE, y en 2025 está previsto que lo sea en 19 países, y funciona muy bien con un retorno medio del orden 92% de los envases con una calidad de materiales óptima. Es también es una asignatura pendiente en Euskadi, y esperemos que por fin arranque este sistema en la legislatura que acaba de comenzar.
Otro aspecto de vital importancia es el pago por generación, que significa que cada uno de los hogares y establecimientos tendría que contribuir en función de su generación real de residuos, haciendo realidad la máxima de “quien más contamina, más paga”, y no como hasta ahora que en la mayoría de los municipios se paga una tarifa plana sin tener en cuenta la cantidad de residuos que cada cual genera.
En toda la problemática relacionada con los residuos, también hay que señalar el importante papel que juega la educación formal en su gestión. En ese sentido, es fundamental prestar especial atención en los propios colegios, escuelas e institutos tanto por parte del personal docente como por los alumnos y alumnas. También y ya se hace en algunos centros donde se come, la recogida selectiva de residuos, disponer de un huerto ecológico, hacer compostaje, de tal manera que la teoría y la práctica estén unidas. La educación ambiental debe ser un aspecto absolutamente trasversal que esté metido en todas las materias posibles.
Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente