Hablar de la campaña electoral esta semana, al menos en Bizkaia, ha sido un imposible. Hemos tenido la cabeza en Sevilla y ayer mismo pudimos vivir un hito difícil de olvidar. Algunos habrán girado la cabeza hacia otro lado y dirán “ya están los de Bilbao”. Pues sí. Es probablemente la mayor bilbainada de la historia. Ha ocurrido justamente en campaña y nos ha dejado claro qué es lo que nos mueve. Y no, no son precisamente las elecciones. Pero no seamos injustos. Podemos celebrar y podemos ir a votar y seamos sinceros, esto es Euskadi y no necesitamos dos semanas para decidir quién queremos que nos gobierne. Así que, para aquellos que leen estas líneas, bienvenidos porque hoy comienza realmente la campaña en Euskadi, al menos para buena parte de la sociedad.

Lo primero es que muchos aún deben aprenderse los nombres de los candidatos. A menudo, dentro de nuestra burbuja de medios de comunicación y la política damos por hecho demasiadas cosas. El otro día me sorprendía un conocido mostrándome su extrañeza porque no se había enterado de que Iñigo Urkullu ya no seguía; ni qué decir de su conocimiento del resto de candidatos o de algunas formaciones políticas que se presentan por primera vez. Un baño de realidad. Pero de igual forma, me apuesto una mano a que esa misma persona irá a votar el 21 de abril. Y es que la misma persona que desconoce quién es el candidato de cada partido puede perfectamente estar haciendo guardia horas en el margen de la ría para ver a su equipo de fútbol, guardando cola en una capilla ardiente para decir adiós al lehendakari que se nos ha ido y después, cuando llegue el domingo electoral, acompañar a su familia para votar e irse de rabas inmediatamente. Esta sociedad en general se ha comprometido siempre con Euskadi, abriendo negocios y sosteniéndolos en los momentos más difíciles, montando empresas, pagando sus impuestos religiosamente o simplemente yendo a trabajar cada día. Y lo vamos a seguir haciendo el 21 de abril decidiendo quién queremos que nos gobierne. Ahí estaría bien que recordásemos que podemos celebrar los goles y la victoria con el corazón pero que debemos votar con la cabeza. Está en juego nuestra educación, la sanidad, la economía, la vivienda, los avances sociales y seguir construyendo nuestro país y a pesar de que haya quienes no quieren mirar para atrás, tenemos que hacerlo con memoria sabiendo quienes somos y pensando en quienes queremos ser a partir de ahora.

Así que cambiemos de clave. Pasemos de la futbolística a la electoral. Nos queda algo más de una semana para decidir qué papeleta metemos en el sobre. Y un aspecto importante. Recordemos que aunque votar es un derecho y no una obligación, luego no vale lamentarse. Varias generaciones celebraron ayer el título del Athletic y algunas de esas han vivido mirando atrás, han vivido de los recuerdos. Hoy ya tienen uno vivido por ellos. Entre esos jóvenes unos cuantos votan por primera vez y en sus manos está de alguna manera el futuro de todos. Entre todos tenemos que seguir escribiendo la historia.