Los colaboradores (ahora panelistas) de Sálvame (ahora Sálvese quien pueda) ya están en Netflix con su aventura en Miami. Ya hemos descubierto que tras las ingeniosas promociones de la plataforma se escondía, en realidad, la nada más absoluta: una especie de vídeo mostrando sus vacaciones del imserso, muy al estilo de los que se proyectan a la familia a la vuelta de Benidorm pero insoportablemente guionizado (los supuestos reyes de la improvisación no improvisan una triste secuencia) e insoportablemente anodino y largo (tres horas en las que los escasos buenos gags ya se han visto mil veces en las promos, así que no queda una gracieta en pie que lo compense.

Para retener a los nuevos suscriptores atraídos desde Tele 5 tras la cancelación de Sálvame, y conseguir que paguen tres mensualidades en lugar de una (la pela es la pela), Netflix ha troceado el viaje en dos partes y en lugar de estrenar ahora el programa completo se ha guardado la mitad, la de México, para enero.

Visto lo visto, el esperado formato no aporta nada nuevo: son los mismos tiempos muertos con similares broncas en las que se tiran los guionizados trastos a la cabeza con el problema añadido de que, como en las pelis malas, aquí se ven todos los trucos de guion. Recuerda tanto a Las Campos, aquel terrible reality que también tuvo modo viajero, que asusta. Al menos en Tele 5 innovaban comiendo bocadillos (en los descansos han confesado que hay quien tomaba otras cosas), amarrando el bolso para que no se lo robaran como si se pasearan por el Rastro (y no tuvieran camerino) o saliendo escopetados del plató al terminar el programa como si trabajaran en el Congreso de los Diputados cada puente festivo (olvidando esa norma televisiva de que no se abandona al espectador hasta que se corta la señal).

Una vez más, lo mejor del proyecto han sido las promos de Netflix (geniales) y no el aburridísimo y decepcionante programa en sí. ¿Y si para el próximo proyecto ponen a los creativos publicitarios de la plataforma a hacer programas? Es su piedra en el zapato tras demostrar que saben hacer buenas series, pelis y anuncios, pero aún no realities y programas.

Para colmo, han tardado tanto en emitir el dichoso viaje que al escuchar a Terelu (aquí Terelú) hablar de su madre, María Teresa Campos, como si estuviera viva (que lo estaba) te saca a empujones del relato y hace pensar el mucho tiempo que ha pasado desde que lo grabaron hasta que lo han emitido. 

Pero esto es el palacio de Netflix, venimos del directo telecinquero y aquí las cosas se ven medio año más tarde de lo que se graban y todavía queda esperar al año que viene para ver el final, si es que a alguien le quedan todavía ganas.