Lo dejó bien dicho la afamada doctora Estelle Ramey: “La igualdad llegará cuando una mujer tonta llegue tan lejos como un hombre tonto”. Por ejemplo el ultravicepresidente de Castilla-León, apologista del cretinismo machista al considerar a las mujeres que abortan seres estúpidos que lo deciden por un mero capricho que enmendar obligándoles a ver una ecografía 4-D. Una aberración multidimensional, sí: como campaña de hostigamiento a las mujeres cuyos cuerpos se entienden de dominio público y como protocolo que institucionaliza el chantaje emocional ante un derecho consagrado en la ley de plazos vigente, recurrida por el PP desde hace doce años.

Constatado lo perverso y despiadado de la iniciativa de un referente gubernamental de Vox aún sin plasmación legal, resulta patético el seguidismo del PP de la agenda ultra para tensionar la conversación pública y así ganar foco mediático. Por lo general con Ayuso en cabeza, quien al socaire de esta nueva polémica impostada anunció un teléfono de información para embarazadas a favor de la vida, como si estuvieran a favor de la muerte. La paradoja radica en que la derecha y su diestra no se afanan con el mismo énfasis en profundizar en la salud sexual como antídoto contra los embarazos no deseados. Particularmente en los centros educativos desde un enfoque aconfesional que priorice la libertad responsable con pleno conocimiento, que reforzar con campañas de sensibilización desprovistas de moralina criminalizadora. Por cierto, el derecho al aborto nada tiene que ver con la necesaria política natalista en las añosas sociedades occidentales, un drama que subsanar con respaldo a las familias en forma de ayudas directas y fiscales más permisos para conciliar. 

Si manosear el aborto tiene delito, jugar con la inmigración por otro puñado de votos no tiene nombre. O si acaso el del propio García-Gallardo. Pero no, para pasmo general ha sido el socialista Andueza quien ha utilizado a ese colectivo como arma arrojadiza contra el PNV al grito de xenófobos por el rechazo a un macrocentro para 350 refugiados en las afueras de Gasteiz que contraviene el modelo vasco de acogida basado en recursos de menor escala –como los activos en Berriz, Oñati y Tolosa– y que incurre en un riesgo de guetización como por ejemplo advierte Cáritas, argumentos compartidos por EH Bildu y Podemos-IU. Con el aditamento de que esa dotación en la clínica Arana se acomete unilateralmente por el Gobierno español cuando se hace el longuis para transferir las competencias de Extranjería y Asilo. 

Desde la premisa de que al PSE le asiste el derecho y hasta la obligación de marcar perfil propio ante las inminentes elecciones municipales y forales, el modelo asentado de gobernanza con el PNV merece un mínimo de contención, siquiera hasta las autonómicas de 2024. Qué mejor prueba que el chapoteo del PP en los barros de Andueza contra su socio en Lakua, Araba y Gasteiz. Para hacérselo mirar, en ecografía 4-D si es menester.