Compareció eufórico Pedro Sánchez para hacer su balance económico de la primera mitad del año antes de empezar las vacaciones. Por si no nos dimos cuenta, se preocupó en remarcar cómo se presentaba a esa rueda de prensa libre del agobio que le genera en el cuello el nudo de la corbata e instó a prescindir de ella como una de las medidas para combatir la emergencia energética. También sin esa prenda se sentaron en la primera fila la tropa de asesores y algún que otro ministro. Lo mismo sucedió en el Consejo de Ministros del 1 de agosto, cuando todos se sentaron en la mesa desprovistos de la misma. Un gesto para la galería. El desempeño de mis labores no me obliga a anudarme al cuello cada jornada una corbata. No por ello dejo de sentir el nudo que aprisiona y atenaza el bolsillo cada vez que lleno el carro de la compra. Eso sí que son estrecheces y juegos malabares al ver el disparatado incremento de precios en productos básicos como la leche, aceite, fruta, pescado... y todos los que queramos añadir. La inflación cabalga desbocada en el 10,8%, según los datos de julio, y ahora se centran todos los esfuerzos en prescindir de un complemento que, más allá de suponer una fuente de calor, no es sino un toque de distinción y elegancia.