Dentro de la transición energética que Vitoria-Gasteiz ha emprendido, ¿dónde encajan las comunidades energéticas que están tratando de potenciar desde el Ayuntamiento?
-La transición energética es pasar de un modelo basado en la energía térmica, combustibles fósiles y en una producción de electricidad muy concentrada en pocas manos a otro modelo en el que las energías tienen que ser renovables, con una demanda electrificada y descarbonizada para rebajar las emisiones y con la particularidad de que la producción eléctrica sea distribuida y que no esté solo en manos de las grandes productoras centralizadas. La energía se tiene que poder generar casi en el lugar donde la vas a consumir y que la puedan obtener personas individuales. Que cada individuo o pequeño grupo pueda producir su propia energía. En ese camino de democratizar la producción de energía están las comunidades, que son una manera de compartir energía que te puede hacer más barata tu factura eléctrica, ayudar a mitigar las emisiones y, con ello, mejorar también el medio ambiente.
¿Legalmente qué forma tienen las comunidades energéticas?
-Son entidades jurídicas que van a tener un reconocimiento como tales. Falta la transposición de las directivas comunitarias a la legislación nacional y aún no está claro qué tipo de entidades jurídicas van a soportar a las comunidades. Parece que son tres tipos de entidades que pueden dar soporte a las comunidades: cooperativas, asociaciones sin ánimo de lucro e, incluso, sociedades limitadas sin ánimo de lucro. Se pueden conformar entre vecinos más o menos cercanos, pymes, personas autónomas o entidades públicas. Dentro de esta entidad jurídica, cada persona socia es un voto y se tiene que permitir una entrada o salida libre. Te unes con unas personas que piensan parecido a ti, defines un proyecto y luego hay que buscar financiación o subvenciones, siempre a nivel de lo que quieras poner en marcha.
El Ayuntamiento se ha erigido en dinamizador de esta propuesta, trasladando a la ciudadanía información y marcando una hoja de ruta para poner en marcha nuevos proyectos.
-Estamos teniendo una respuesta positiva y se ve que hay gente que tiene mucho interés y que ya conoce el tema, aunque lógicamente también hay muchas dudas. Después de esta primera fase de sensibilización, llega el momento de ver qué posibilidades y qué quieren hacer las personas que conforman el grupo motor de la comunidad energética en función de los intereses de los integrantes de esa comunidad y de sus objetivos, estudiando los consumos y adecuando la instalación que vas a hacer a las necesidades energéticas.
También legalmente tiene la opción de ser parte de esas comunidades.
-La posibilidad está ahí, pero no es obligatorio entrar. Lo que sí que es seguro es que tenemos que hacer ciertas cosas, como sensibilizar ofreciendo información, dar credibilidad a los procesos u ofrecer facilidades a los grupos motores que se interesen. Tenemos la posibilidad de participar, pero la Administración, a nivel jurídico, juega con unas cartas diferentes a las de la ciudadanía o el sector privado y nos da la sensación que en este momento si entramos podemos ser más una rémora que una ayuda porque retrasaríamos la toma de decisiones. Queremos que esto eche a andar lo antes posible y creemos que lo mejor es no entrar de momento y apoyarlas desde fuera, facilitando que se pongan en marcha.
Pero cuentan con muchas instalaciones municipales óptimas para la instalación de paneles fotovoltaicos y ya muchas cuentan con ellos, ¿de alguna manera podrían integrarse dentro de las nuevas comunidades energéticas?
-Estas instalaciones van destinado al autoconsumo, pero las estamos gestionando de entrada en autoconsumo compartido. Una parte de la energía producida se puede compartir con otro edificio municipal cercano, pero a futuro nos va a facilitar el hecho de que, en un momento determinado, podamos compartir también la energía con una comunidad energética. El Ayuntamiento no sería socio directamente, pero podría compartir la energía mediante un concurso entre las comunidades del entorno de nuestro edificio. Se haría una licitación pública, con una ordenanza fiscal que establezca el precio del kilovatio, porque gratis no se puede ceder, y se establecerían todas las pautas claramente en el acuerdo.
¿Como Ayuntamiento, hay marcado algún objetivo de cuántas comunidades energéticas se pueden crear en Vitoria?
-Tenemos recogido en el PATEI que en los próximos años, no muchos pero sí en un tiempo razonable de tres o cuatro años, por lo menos haya una comunidad energética en cada barrio. Sería una cosa fantástica, un puntazo, que en dos años hubiera una en cada barrio. En cuanto a empiece a haber una, seguramente la cosa comenzará a ir mucho más rápida porque se quitarán los miedos que mucha gente tenga. Si tuviésemos alrededor de esas treinta para 2025 o 2026, estaríamos hablando de un número interesante para empezar a funcionar y que de aquí a 2030 haya crecido de una manera exponencial.