- El reto de Vitoria ahora es entrar en la misión europea ‘Climate-Neutral and Smart Cities Mission’.

-Dentro de las misiones que ha lanzado la Comisión Europea es la de las cien ciudades con cero emisiones de carbono para el año 2030, que es un reto muy ambicioso. Nosotros creemos que Vitoria puede encajar muy bien, tenemos un recorrido en materia de sostenibilidad y había que intentarlo. Hasta entrar a la propia misión ha sido difícil porque nos han hecho un tercer grado con todas las políticas que estamos desarrollando y el compromiso de la ciudad de cara al futuro. Hemos recabado el apoyo de todo tipo de agentes y muchas organizaciones de Vitoria, como el Parque Tecnológico de Miñano, Mercedes o la UPV, tienen sus propios proyectos de descarbonización. El objetivo es que todas las ciudades europeas seamos neutras en carbono para el año 2050 y se busca un grupo de pioneras. La misión es un acelerador de políticas en las que ya estamos metidos; no te puedes presentar de cero para ver si te ayudan.

¿Qué supondría para Vitoria entrar en ese grupo de cien ciudades elegidas?

-Lo primero, un empujón a nuestras políticas y acceder a un proyecto de aceleración en el que la Comisión Europea nos brinda un apoyo técnico que también podría ser financiero; no es que la misión te vaya a dar no sé cuantos millones, pero sería una especie de label. Ya vemos que en alguna convocatoria de fondos te exigen que hayas optado a la misión y que haya expuesto tus políticas en cuanto a la reducción de emisiones. La competencia por entrar va a ser feroz, así que, independientemente del resultado de la misión, tenemos que aprovechar este momento para continuar con el impulso de políticas hacia la neutralidad en carbono.

¿Qué pasos contemplan a futuro?

-Son líneas marcadas desde hace mucho tiempo. Uno es el planeamiento urbano, crecer hacia adentro y no construir lo que no necesitamos porque eso incrementa la factura energética. Unido a eso está la regeneración urbana y de los barrios, con el ejemplo Coronación que fue un proyecto piloto que hay que extrapolar a otras zonas. Otro pilar básico es la movilidad sostenible: supermanzanas, mejora del transporte público, ampliación del tranvía, el BEI... aspectos todos que ya estaban incluidos en el primer plan de movilidad de 2007 y que estamos revisando. Por supuesto, la búsqueda de energías renovables; queremos conseguir 33 megavatios de energía solar fotovoltaica para el año 2030 y que la totalidad de la electricidad consumida en los edificios e instalaciones sea renovable. Otra línea de trabajo es la infraestructura verde, en lo que Vitoria viene trabajando desde hace treinta años y somos un referente, y hay que seguir en esa línea, con la incorporación de corredores verdes en la ciudad, como puede ser en Los Herrán, o el proyecto de reverdecer el Casco Viejo y potenciar el Jardín Botánico, que es una joya en potencia que nos va a dar muchas alegrías en el futuro. Otro paquete es la circularidad: el reciclaje, la reutilización, meternos en la cabeza que los residuos son materias premias que se puede reutilizar, pero con otra variable importante que es la generación de alimentos cercana y evitar los desperdicios. Por último está la compensación; Europa nos pide neutralidad en carbono, pero no emisiones cero porque eso implicaría otra sociedad completamente diferente a la que conocemos. Pero no podemos emitir el carbono que nos dé la gana y luego compensarlo todo, solo un máximo del 20% puede ser compensado, o comprar bonos de emisiones en otro lugar donde tienen muchos árboles; Vitoria, con su término municipal, tiene que ser capaz de hacer sus compensaciones en su territorio o, como mucho, en Álava. Hay que tener la responsabilidad de bajar emisiones, mínimo hasta el 80%.

Lo más complicado parece adaptar energéticamente los barrios y edificios a un modelo sostenible y la experiencia piloto en Coronación así lo ha señalado.

-Sí, totalmente. Nos exige trabajar de una manera radicalmente diferente a lo que ha sido el urbanismo clásico en toda Europa, cuando cada plan se centraba en urbanizar el campo, que es muy fácil. Cuando lo que quieres es regenerar tejidos y mantener las poblaciones que están ahí y que queden fijadas en mejores condiciones de vida, es muy difícil. Y lo hemos visto en Coronación. Hemos aprendido mucho, de las cosas que han salido bien, de las que han salido menos bien y de las que han salido mal. Lo más difícil ha sido el acercamiento a los vecinos, es un aspecto que hay que mejorar. Tenemos que ser capaces de llegar a las situaciones en las que no hay capacidad económica para abordar los cambios y ser capaces de explicarles las mejoras que van a tener en su día a día. En Coronación aspirábamos a tener 1.300 viviendas y hemos llegado a 302 y 26 portales; se hizo un esfuerzo de explicación, se ampliaron plazos y se fue incorporando más gente, pero es ahora, cuando se termina, cuando vienen de otras viviendas que no entraron y nos preguntan si pueden entrar. Es un buen ejemplo porque con un simple paseo por el barrio sabes cuáles han entrado y cuáles no porque el cambio es evidente y los ahorros energéticos son del 50%. El reto es el trabajo con el vecinos, ir a los barrios e incorporar las herramientas que permitan que eso salga adelante. Es muy laborioso porque requiere el acuerdo de los vecinos y es un reto de Vitoria y a nivel de todo Europa.