ace pocos días hemos conocido que Joan Manuel Serrat, uno de los grandes iconos internacionales de la música de autor, iniciará el próximo año una gira de despedida musical de actuaciones en directo que, comenzando en Nueva York, culminará en diciembre en la Ciudad Condal como corresponde a un “vecino de Camprodón, Girona, y natural de Barcelona”.
La gira puede tener una parada casi obligada en Donostia, habida cuenta del amor del artista por la tierra vasca y más concretamente, por su estrecha relación con Gipuzkoa.
Posiblemente, pocas vascas y vascos sepan que el autor de Mediterráneo recaló cerca del Cantábrico a finales de los años 50 del pasado siglo, trabajando durante varios meses como aprendiz de fresador en la empresa de Villabona Sacem, en aquel momento una empresa puntera dedicada a la máquina-herramienta en el inicio de la etapa desarrollista de la dictadura franquista.
Durante aquella experiencia laboral, Serrat vivió en la citada localidad de la comarca de Tolosa como apopilo (término en euskera para referirse a pupilo, persona que vivía de alquiler con derecho a comida) en un piso del grupo de viviendas de alquiler social de la Obra Sindical del Hogar Tercio Oriamendi, promovido en 1955 por el Sindicato Vertical de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. El objetivo de aquellas Casas Baratas era el de facilitar viviendas dignas a aquellos trabajadores de las nuevas empresas que, por su limitado poder adquisitivo, no podían cumplir las exigentes condiciones del mercado libre residencial.
Fue durante aquella estancia vasca, en un contexto de repunte del movimiento antifranquista y de endurecimiento de la fase represiva gubernamental contra el mismo, cuando el cantautor catalán comenzó a esbozar Edurne, único tema en todo su amplio repertorio que contiene frases en euskera.
Esta canción de profunda belleza, grabada y publicada en Argentina en 1970, no vio la luz en el Estado español hasta 1974. Su letra aborda la cruda violencia policial de la época (“Poco tiempo tu amor te ha gozado, se lo llevaron atado unos hombres de metal. Y encontraron detrás de la casa, por el camino de Amasa, sus veinte años rotos contra un zarzal”) y por ello, dada su referencia casi explícita a la represión de la Policía Armada (los llamados popularmente grises u hombres de metal), fue censurada por las autoridades y silenciada en las emisoras de radio.
El propio Serrat, en un recital en Manresa donde cantó en directo este tema a finales de los años 70, explicó así la génesis de esta canción, explicación que recoge en su blog el periodista Josep María Oliva: “Cuando la presentó explicó que después de un concierto que hizo en el País Vasco los organizadores lo invitaron a cenar. Fue en aquella cena donde Edurne, después de relatarle su dura historia le pidió que les cantara alguna canción. Conmovido por todo aquello que acababa de escuchar le dijo que realmente quien tenía más argumentos para cantar era ella (Abestu, Edurne)”.
Nada se sabe de aquella joven ni de la persona que redactó los versos en euskera pero lo cierto es que aquel hecho violento debió marcar profundamente a esta mujer “a la que parieron al sereno a la sombra de un nogal”. Por ello, Serrat, reconociendo la grandeza de corazón (“Zuk dezu bihotz haundie”) y la generosidad de esta persona (“el portón del caserío lo deja de par en par, para cobijar a la gente que no puede ver su cielo y su mar”), la animaba en la canción a cantar aquel grito desesperado de indignación y a hacer que “corre viento y cuenta esa historia por las orillas del Oria”.
En mayo de 2019, el barcelonés que lucha, sangra y pervive Para la libertad fue invitado por la alcaldesa del municipio para participar en el espectáculo multidisciplinar que cerraba los actos del 400 aniversario de la unión entre el núcleo urbano de Villabona y la zona rural de Amasa.
En el vídeo enviado con motivo de este acontecimiento, Serrat, recordando al tiempo que en su periplo villabonatarra había aprendido a jugar a pelota vasca con cesta y a pescar en los riachuelos truchas con las manos (algo de lo que alardeaba en su regreso a Catalunya), se comprometió a realizar una grabación especial de Edurne.
En su magnífica melodía, el cantante que nos habló de las pequeñas cosas a las el tiempo no mató “porque el tren vendió boleto de ida y vuelta”, realizó un pequeño homenaje al Pueblo Vasco; por ello, agradeciendo todo lo mucho que nos ha dado en el terreno de la música y los valores humanos, finalizo con esta última frase que debe servir de reconocimiento a todas las víctimas de la violencia franquista: “Abestu Edurne, abestu Edurne, Euskal Herria zurekin dezu abesten”. * Doctor en Historia