odo cambia, todo pasa y todo llega, todo llega y todo pasa, y lo nuestro es pasar (como bien dijo en su día el poeta), los contextos, retos, ilusiones, necesidades, prioridades, la sociología, incluso las ideologías evolucionan, no es que desaparezcan sino que acompasadas a los cambios que se producen a nivel local o global adoptan nuevas inevitablemente texturas. Hay algo que no cambia y es el propio cambio, parafraseo. Vivimos grandes y nuevos retos, cambios, paradigmas y retos de los que quizás casi ni somos conscientes. El siglo pasado es ya pasado y cual retrovisor nos sirve para saber de dónde venimos para saber con cierta previsión a dónde vamos.
Ciertamente cada época histórica tiene sus aspectos específicos y características propias, ni una persona es la misma con 11 meses, 11 años, 22, 55 o 99 años, sigue siendo la misma persona pero sus características físicas, percepciones mentales y manifestaciones de todo tipo evolucionan, varían, cambian, se transforman. Y así, y en ese sentido, habría que manifestar que los partidos nacionalistas de naciones sin estado, como EAJ-PNV, surgieron para defender los intereses de aquellos ciudadanos, ubicados en geografías concretas, con una historia, tradición, relaciones económicas y sociales, cultura y lengua propias que los configuraban como pertenecientes a realidades nacionales diferenciadas. Personas, ciudadanos y ciudadanas del lugar y tiempo, que no percibían cómo sus particularidades, su voluntad de seguir siendo sujeto de ellas se canalizaba, socializaba, tomaba cuerpo y adquiría suficiente reconocimiento y respeto por parte del poder del estado en el cual estaban “ubicados” por razones, muchas veces caprichosas, del devenir de la historia.
EAJ-PNV desde sus inicios fue disidente político activo en relación a la evolución de las fronteras que la historia dibujaba en sus tiempos, cuestionó supuestos intocables tabúes, como eran, y son, los propios ámbitos de decisión. Y en ese sentido hoy en día muchos y muchas mantenemos, inasequibles al desaliento, la esperanza de que la evolución democrática de la historia con respecto a las soberanías nacionales vaya en un futuro por caminos cambiantes más fraternos, solidarios y de reajuste. Esperanza de que la evolución sea a mejor. Pero es cierto también, lo acabo de manifestar, que con el paso del tiempo no todo sigue igual. Cosas y paradigmas han cambiado, y muchas, lo reitero. La ciudadanía, la sociedad misma, la estructura demográfica-económica-cultural ha cambiado y evolucionado también, pocas cuestiones permanecen inmutables. Las mutaciones en la composición y estructura del cuerpo electoral son visibles. Las circunstancias políticas mundiales y del propio entorno personal y social del ciudadano han cambiando, la globalización, los flujos de personas y migraciones, los intercambios interculturales, las condiciones de vida de las futuras generaciones generadas por las nuevas tecnologías nos deparan un futuro desconocido e incluso impredecible. Y así, no deja de ser cierto, atención, que como primera derivada, los influjos de la sociedad llamada global no ayudan muchas veces a explicar y/o entender qué significa ser o sentirse nacionalista vasco como algo asumible y comprensible para personas de procedencias diversas, pero también incluso para ciudadanos oriundos que pueden considerar que la cuestión nacional vasca o bien está ya resuelta satisfactoriamente, o bien, se trata de un tema no prioritario en su escala de valores.
Vivimos, conscientes o no, en un mundo de identidades compartidas, pertenencias múltiples, dependencias dispersas, soberanías compartidas complejas y a veces de perfiles borrosos e indetectables. Y hay que estar atentos. No cabe no darse cuenta de ello. Se trata de reflexionar sin temor, agobio, ni temor a lo desconocido, con audacia, determinación, antelación y previsión, sembrando la semilla de la predicción, de lo que ya está y nos viene. Ante esta realidad cambiante, EAJ-PNV con sus 125 años de existencia, revalida seguir conectando con la nueva sociedad civil que se está gestando con códigos y referentes exportables. No se trata de renunciar ni variar nada de lo vertebral y sustancial en la defensa y promoción de lo pequeño y particular ante lo global, pero justamente por eso mismo, para defender mejor y ser más útiles a la sociedad vasca, a Euskadi, el nacionalismo democrático vasco, EAJ-PNV, debe continuar ocupando y ejerciendo la primera línea política y esto se consigue con seguir ganando la confianza mayoritaria del electorado que en una parte nada despreciable no estaban allí presentes hace unos años. Se trata, acorde con los tiempos, y conservando lo sustancial y lo útil, continuar canalizando los intereses e inquietudes de los nuevos ciudadanos de la nueva calle. Escuchando y explicando. Sobre todo escuchando.
De ahí que EAJ-PNV en su Asamblea General del 27 y 28 de este mes de noviembre abra un proceso de Escucha activa para con la sociedad vasca de cara a los retos, propuestas e ilusiones de futuro de la ciudadanía vasca que ya fue anunciado por su presidente Andoni Ortuzar en el Alderdi Eguna. De ahí la iniciativa de poner en marcha un proceso innovador en política basado precisamente en Escuchar a la misma sociedad vasca definiendo un diagnóstico a compartir y contrastar. Escuchar para tratar de responder a los retos que nos depara Euskadi: medio ambiente y cambio climático, digitalización, justicia social, igualdad de oportunidades y entre hombres y mujeres, equidad, lo multicultural, euskera, educación, crisis demográfica o envejecimiento de nuestra sociedad, diversidad, globalización, el fenómeno imparable y creciente de lo emigratorio etc. Es decir, Escuchar a la sociedad vasca en un contexto de transformaciones para, insisto, anticiparse al futuro, o al menos intentarlo. No solo eso, se trata en la mencionada Asamblea General, además de ello, de proponer y apostar por una novedosa relación de vinculación con la sociedad y de a su vez relacionarse ella (la sociedad) con PNV mediante una nueva forma avanzada y digital. Consiste en definitiva en seguir conectados con la sociedad abogando por un empoderamiento de la ciudadanía en términos políticos con nuevas formas de gobernanza colaborativa.
De ahí la necesidad de un PNV políticamente centrado, de ciudadanos, moderno, progresista, inteligente, que construye a favor y no en contra, vertebrador, tolerante, no excluyente sino inclusivo, integrador, igualitario, de bienestar, fraterno y afectivo, de rostro amable y humano que proclame un sí rotundo al diálogo, al respeto entre dispares y que niegue el insulto, la confrontación por la confrontación y la incomunicación entre personas y colectivos, que rechace todo fanatismo y sectarismo. Que apueste por el pacto, el acuerdo y la búsqueda del consenso. La necesidad de un PNV vigilante de lo propio y consciente de que no existe posibilidad de preservar lo particular si no es asumiendo lo universal, abriéndose e incorporándose a procesos de integración respetuosos con su propia idiosincrasia.
Hoy, siglo largo pasado más tarde, Euskadi se erige cual nuevo eslabón en la ya larga y sinuosa cadena que conforma la historia de este Pueblo y su voluntad de seguir siéndolo. Eslabón moderno y acompasado a los tiempos, formulado inteligentemente en clave de soberanía compartida y planteado como un nuevo pacto de convivencia con España. Eslabón que alarga la cadena, une pasado, presente y proyecta futuro. La voluntad política por la que surgió EAJ-PNV se revalida de nuevo, hoy y aquí, democráticamente, en defensa y afirmación de una personalidad colectiva concreta, de una nación vasca, de Euskadi, que se abre solidaria al mundo. El compromiso, como lo ha hecho a lo largo de 125 años de existencia, de seguir sintonizando esa voluntad política con la propia ciudadanía es ciertamente un reto apasionante. La escucha activa de EAJ-PNV va en esa dirección. Suerte.