ué se puede decir? Que uno se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Y eso pasa cuando se junta el momento actual la “necesidad” de aire acondicionado con el precio por megavatio más caro de la historia del mundo mundial. Muchos deberán quedar retratados cuando se combatía el calor con métodos efectivos mucho antes de la llegada de la inventiva y la técnica, en especial en tierras de Tartessos, pero qué se le va a hacer, la memoria es menguante, tendente a desaparecer. Y por ello vamos a poner una serie de cosas encima de la mesa, con permiso.
Si bien es cierto que estas cosas del sistema energético hay que hablarlas con la Unión Europea, lo es también que parte de la estructura allá es intergubernamental, por lo que son ellos mismos, los estados miembros, los que pueden y deben hacerse oír, por lo que vamos a lo del Estado español. Hay gente que se pone a hablar de cooperativas públicas municipales de gestión de lo eléctrico. Gente que tiene comentaristas en vez de ministros, parece ser, como el señor de Consumo, que en otros gobiernos sería una Secretaría de Estado, y sigue creyendo que la tabla de los martes es como la de señor Ferreras, en vez de lo que es, ejecutiva. Dejando su sapiencia a un lado, les dicen a la gente que lo ideal es crear una empresa de cariz público para orillar a esos capitalistas malvados oligarcas burgueses y con puertas giratorias y que hacen todo lo posible por destruir los sueños del pueblo trabajador español. Supongo que con la idea de llevarles a los apagones de Carabobo y Barquisimeto. Gran modelo el bolivariano, cada día más dependiente del Guri. Pero se olvidan, en España, que el asunto estriba fundamentalmente en la ausencia de libertad en el mercado energético. Y una pobre conexión con el continente, también es cierto, pero eso puede ser secundario.
Resumiendo mucho, el asunto actualmente se centra en que el precio final de la tarifa se evalúa por el último que entra. Pongamos que necesitamos cien barras de pan. Y hay de cinco tipos hasta las 87, pero siguen haciendo falta. Y ahí viene uno con parisinas que cubre el cupo, y pagamos el resto de las barras de pan al precio de la última en ser servida. Eso no es libre competencia, y debe cambiarse. Por principios de libertad e igualdad, en el que cualquiera pueda entrar. A competir, a poder suministrar el servicio, como en el resto de nichos económicos, o como se dice debe ser. Es un principio europeo, y debe aplicarse. Y de medias hay elementos a considerar, empezando por el hecho de que se liberase la comercialización, pero no la generación. Si tengo 500 caramelos, puede haber un millón de comerciales para venderlos, pero sigo teniendo los mismos caramelos si no permito que puedan hacerse más. Este es el asunto. El cuello de botella que no se ve y no se dice, para proteger, tal vez, un modelo de negocio.
Sin limitantes, así debiera ser. Sin impuestos al sol, sin moratorias a las energías renovables, sin ilegalizaciones a la energía nuclear, y, por qué no, sin prohibiciones a cosas absurdas. A cambio, un reglamento justo, de salvaguardas, de seguridades en la generación, empleo y comercialización, para que todo el que quiera competir con su central nuclear, eólica, maremotriz, de ciclo combinado, jugándose sus cuartos y los de sus inversores, tengan un marco de funcionamiento común. Y en ese marco igual y libre para todos, si el Estado quiere entrar a competir, en igualdad, que monte su empresa pública de generación de electricidad, de distribución, de comercialización, pero sin esteroides producto del libre acceso y disposición de los PGE. Con esa salvaguarda, debiera darse libre acceso. Sin más limitante que el sistema regulatorio para garantizar que el ciudadano, consumidor, reciba un suministro sin problemáticas ni riesgos, o, por lo menos, minimizando lo más posible cada uno de ellos.
Suele pasar que estalla el problema y no se puede dar paso a un debate sosegado porque cuando la energía es cara la gente, llena de rabia y con la única ayuda a veces de ver cómo señalan culpables, canaliza la ira hacia el odio a los que supuestamente se lo llevan calentito para escarnio de todos, y eso debe ser sustituido por propuestas. Y creo sinceramente que lo que debe hacerse es abrir las puertas que limitan e impiden que cualquiera compita, que cualquier persona con los medios de su lado pueda dar cuenta de su voluntad de hacer posibles sus sueños, también en el rubro de la energía. Y de esa manera, siendo más libres, la economía funcionará mejor, porque habrá más confianza y la distribución de recursos se equilibrará. ¿Más regulación? ¿En serio? Actualmente es un mercado cautivo y regulado. No, el camino es 180 grados a la inversa. Justicia y libertad. No será la panacea y no será inmediato, pero sí puede ser el camino para que se transite a un escenario mejor. Háganme caso, o no. Pero, por lo menos, piensen en ello.