os griegos tenían dos palabras para referirse al tiempo: Cronos y Kairos. Siglos después, podemos usar estos estereotipos para hablar de nuestro día a día. Las personas Cronos son aquellas muy puntuales y organizadas a las que les encanta planificar los acontecimientos. Las personas Kairos son más cualitativas: sienten cuándo es el mejor momento para hacer las cosas. En nuestro lenguaje del día a día, podríamos decir que Cronos serían aquellos que tienen su vida gobernada por un calendario en el móvil y tienen activadas las notificaciones de Whatsapp (apréciese la metáfora). Kairos serían aquellos que activan de vez en cuando el modo avión y suelen tener las notificaciones desactivadas.
La fatiga de notificaciones y la intromisión a la que someten a uno esas herramientas digitales está provocando un punto de inflexión. Los móviles y otros dispositivos que usamos en nuestro día a día trajeron un nuevo marco para la interacción social y conexión humana permanente. Pero años después nos empezamos a dar cuenta de que quizás nos hemos pasado. Consiguieron conquistar un espacio que tantos réditos ha dado a lo largo de la historia: somos seres sociales por lo que apelar a ese instinto tan básico suele ayudar. El hecho de haber introducido la posibilidad de una comunicación omnipresente nos ha hecho en cierto modo dependientes. Las reuniones se improvisan, los encuentros también y enviar un mensaje para emplazar al compañero o compañera a una reunión al día siguiente parece ya un derecho adquirido.
Antes del covid-19, todas estas prácticas Cronos hacían que quedarse sin batería supusiera un problema mayúsculo. Incluso podría suponer problemas en nuestra actitud y relación con los demás. Por ello, fueron muchos los espacios, públicos y privados, que querían evitar esto a toda costa. Los puertos USB de conexión fueron la respuesta. Éramos muchos los que los buscábamos con ahínco en aeropuertos, hoteles o espacios públicos de ciudades esos puntos de conexión. Son cómodos, dado que nos ahorran evitar los adaptadores de corriente.
La alegoría de Cronos y Kairos tenía intención de representar simbólicamente una era en la que no somos los únicos que pensamos en la dependencia que tenemos. También piensan en ello gente que quiere hacer el mal. Hasta tal punto que la fiscalía de Los Ángeles ha lanzado una alerta pública en la que se pide a los ciudadanos que eviten a toda costa utilizar los conectores USB. El motivo no es otro que evitar ser víctima del juice jacking. Se trata de un término que concibió el experto en seguridad Brian Krebs en 2011 para describir cómo se podría instalar software malicioso en tus dispositivos a través de estos puntos de conexión públicos. Adicionalmente, también alertó de la posibilidad de no solo instalar software que no debería, sino también de obtener datos del dispositivo móvil que se conectaba (lo que abre la puerta para nuevos delitos, como es el rescate de archivos).
La solución sencilla es no tener que utilizar estos puntos de conexión. Pero como las cosas sencillas tampoco siempre son factibles, otra es no activar la transferencia de datos (esa ventana que nos sale cuando nos conectamos a puertos USB). Otra alternativa más cotidiana y preventiva es llevar una batería USB portátil (sí, esas que nos suelen regalar y no hacemos mucho caso). En estas, cuantos más mejor, que así menos dependemos de estos puertos de carga públicos. Otra solución es apagar el dispositivo móvil mientras se produce el proceso de carga: así evitamos que pueda existir, de manera física incluso, una transferencia de datos.
En la mitología griega, Kairós es el dios que controla el clima y las estaciones que no desvelaba el secreto de sus medidas. Cronos, por otro lado, gobernaba las leyes del tiempo, antes de ser desterrado. No sé si querremos ser Kairos o Cronos, pero conocer los aspectos mitológicos, por lo menos, creo que nos puede abrir la mente a reflexionar. O, esperar a que el covid-19 arregle esto también.