acimos a la par de las computadoras, crecimos con ellas, sabemos lo que es un monitor monocromático (verde o ámbar), fueron los primeros que usamos, y vivimos la transición al cga, ega, vga y super vga, todos eran CRT -los que tienen culo-. Pero también sabemos usar una máquina de escribir, normal o eléctrica. Hoy tenemos en las pantallas de nuestros teléfonos móviles unos cuantos millones de colores. Algunos de nosotros, además de saber usar tan maravillosos equipos, sabemos armarlos, configurarlos. Nuestra generación conoció al disco de 5 y ¼” y al de 3 y ½”. Instalar un juego o software con esos dispositivos de almacenamiento era todo un reto, rezábamos a todos los dioses, pidiendo por el buen estado físico de cada disco, sobre todo el del último, porque, después de haber instalado todo el software y que el último estuviese malo, era la peor putada habida y por haber. Hoy descargamos todo de la red, ya ni unidades de disco existen, almacenamos en las nubes. Nosotros quemábamos nuestros propios CD, hacíamos nuestros playlist para poder escucharlos en los coches. Respecto a esto de los playlist, ya éramos expertos porque previo a los CD, lo hacíamos en los cassettes, es decir, desde los platos hacia el cassette. Y si eran las canciones dedicadas a la novia o el novio, joder, amanecíamos.
Presenciamos el comienzo de la Internet, nos conectábamos vía telefónica, no se podía hablar por teléfono mientras estábamos conectados. Nuestro primer navegador fue Netscape. El sonido que emitía la PC mientras hacía la llamada, era inconfundible (en este momento deben estar recordándolo). Conectarse era todo un evento, uno esperaba tener varias cosas que hacer en la red para así conectarse una sola vez y así no tener la línea telefónica ocupada. Hoy, no dejamos de estar conectados las 24 horas del día a través de nuestros móviles. Los teléfonos de nuestros hogares eran con discado, y era costoso usarlo.
Algunos de nuestros padres le ponían un candado para que no pasáramos horas hablando, pero nosotros como buenos curiosos descubrimos que se podía llamar usando los botones de colgar. Eran todos alámbricos, es decir, no había libertad de moverse mientras se hablaba, había que quedarse al lado del aparato. Recuerdo que algún genio inventó un cable bastante más largo que podías comprar en los chinos, claro, no era la libertad absoluta, pero eran unos cuantos metros más de movimiento. Luego vinieron los inalámbricos, ¡yupi!, llegó la holgura, la libertad anhelada, esa que nos permitió acostarnos en el sofá a conversar largo y tendido, y para rematar se había acabado el disco, ¡tenían botones!, joder ¡qué avance!, dos por uno.
Ya adolescentes fuimos testigos del nacimiento de la tecnología celular. Los equipos eran gigantes y sumamente costosos. Eran analógicos con botones. Tenías que tener pasta a montones, tanto para comprarlos como para pagar las rentas. Estos le siguieron las huellas a las pc, primero, con pantallas monocromáticas y luego colores. Hoy son pantallas táctiles. Toda una maravilla.
Nuestra generación sabe usar lo viejo y lo nuevo, porque estamos justo en el medio de las transiciones tecnológicas de la computación y las telecomunicaciones, que han ocurrido y seguirán ocurriendo.
Nada de lo escrito aquí nos hace mejores, simplemente nos hace afortunados. Además nos hace maleables frente al cambio. Desde que nacimos estamos cambiando. La generación que nos sigue solo conoce lo desechable, lo inmediato, el vídeo viral del lunes se olvida el martes. Todo lo quieren ya y se aburren rápido.
PS: Mientras escribía esto escuchaba INXS Need you tonight, pero en Youtube (inserte emoji de sonrisa).