sto de la nueva normalidad de nuevo no tiene nada. El año pasado el Gobierno del Reino de España convocó 2.606 plazas para ingresar en la Policía Nacional y 2.275 para la Guardia Civil; este año el Consejo de Ministras y Ministros del nuevo Gobierno progresista ha convocado 2.491 plazas para la Policía Nacional y otras 2.154 para acceder a la Guardia Civil. Ya se sabe lo que dice la canción: mucha policía poca diversión.

Unos gobiernos que no saben, no informan o no quieren contar la verdad de esta crisis de la llamada pandemia, pero que sí están dejando claro es que en materia de recortes de libertades individuales y colectivas han pisado el acelerador aprovechando la coyuntura aquí y a nivel internacional. Los dineros de todas y todos no son para mejorar la sanidad pública con más personal, medios e infraestructuras, al revés, se sigue jodiendo en lo laboral y en lo humano a las personas que hasta hace poco eran las destinatarias de los aplausos catárticos durante el confinamiento. Con la colaboración necesaria de la mayoría de los llamados medios de información, nos encontramos con el esparcimiento y contagio de virus más mortales y peligrosos que el del coronavirus de marras: el miedo y la autocensura, la desconfianza y la criminalización de jóvenes, trabajadoras inmigrantes y grupos o personas que cuestionamos determinadas medidas y acciones de los gobiernos, que dicen que trabajan por la salud de la ciudadanía que dicen representar.

Se les está cayendo las máscaras a nuestros gobernantes, a los testaferros del gran capital avanzando como dijo el señor. Sánchez Castejón, allá por abril: “La pandemia tiene como objetivo acelerar cambios que ya venían de hace años: el cambio en el teletrabajo, en el consumo, hacia la digitalización y la automatización, hacia formas de gobernanza mundial”. Más claro agua.

A los mamporreros de su ley y orden se les están cayendo las máscaras mientras nos imponen las mascarillas a la población en general y en todo lugar. Necesitamos menos palmeros y más dineros para nuestra sanidad, nuestra educación, nuestras residencias de mayores y los servicios sociales públicos. Y ese dinero no va a venir del nuevo endeudamiento que tan alegremente se publicita del acuerdo de la Europa de los mercaderes, como se puede comprobar en las conclusiones de la llama Comisión de Reconstrucción que se ha interpretado en el Congreso de los Diputados los últimos meses, ese dinero va a ir para los de siempre como pasó con la crisis del 2008 y las anteriores.

Es necesario que las consciencias y las conciencias individuales dejen de ser subjetivas y pasen a ser objetivas con organización, crítica, movilización y lucha. En lo social, colectivo, solidario y responsable está el camino para vencer los virus inoculados por el sistema a través de sus medios de propaganda, no hay salidas ni para las personas ni para las mejoras sociales y ambientales del planeta, con lo que nos siguen imponiendo y más que quieren imponer a partir de ahora. La rebeldía y la radicalidad son conceptos a desarrollar frente al señalamiento sumiso y el borreguismo social que se impone. Demos la vuelta a esta situación.